No estamos tan mal. ¿O sí?. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 12:16 pm

Deseo que cuando lean este artículo, no estemos intervenidos. Al menos, no más que el viernes por la mañana, cuando lo envié. Pero desengáñense, lo que nos ha estado llevando a maltraer toda la semana, con la prima de riesgo por las nubes y la bolsa por los suelos, no ha sido el coste del despido, ni la entrada en vigor de la nueva edad de jubilación, ni la deducción a la compra de vivienda, ni tampoco el IVA super reducido, que son las cosas que se nos ocurre que  puede pedir la troika, “a cambio” de dinero fresco con que hacer frente a nuestras obligaciones, incluyendo la recapitalización suficiente del sistema financiero. 

                Se puede defender, con datos y argumentos, que los difíciles momentos por los que atraviesa España tienen que ver más con problemas agudos de liquidez, que con dificultades de solvencia y más con una mejorable gestión de la crisis en sus sucesivas etapas, incluso las recientes, que con unos fundamentales resquebrajados.

                El potencial de crecimiento de la economía española está situado en cifras superiores al 3% anual, lo que nos garantiza solvencia suficiente para hacer frente, con la creación de riqueza nueva, a nuestras elevadas deudas, aunque dupliquen el valor anual del PIB.  Quiero recordar algunos datos que pueden parecer paradójicos pero que espero ayuden a reafirmar mi tesis sobre que no tenemos problemas de solvencia. A precios constantes de 2008 y a pesar de la crisis, nuestro PIB en 2011 fue, en términos absolutos, un 23 % superior al del año 2000 e, incluso, un 16% más que en 2002 cuando entró en circulación el euro. De la misma manera, por ejemplo, tenemos más personas ocupadas ahora que en 2002, o nuestra demanda eléctrica ha sido muy superior en 2011 que lo fue en los inicios del euro.

 Ya sé que el rigor obliga a introducir la distribución de esas variables y no solo su valor absoluto. Pero he querido señalar, simplemente que aunque casi todas nuestros indicadores positivos llevan cuatro años evolucionando a la baja desde el punto de vista del flujo (eso es una crisis), si los medimos por el stock, a pesar de la caída seguimos estando mejor que cuando empezamos a utilizar el euro como moneda lo cual, creo, añade una perspectiva distinta a la situación actual.

Y si miramos hacia adelante, no encuentro que ninguno de nuestros vectores productivos fundamentales se haya visto dañado de manera irreversible por la recesión de tal manera que impida regresar a datos vigorosos de crecimiento en cuanto se vuelva a dar la coyuntura favorable: nuestra capacidad empresarial se ha reforzado, incluso, mediante la internacionalización, así como el talento de nuestra mano de obra cualificada, ampliamente demandada en otros países avanzados.

Si tenemos, sin embargo, un importante problema de endeudamiento  y otro problema vinculado de liquidez. O mejor dicho, de falta de liquidez, asociado a la crisis de nuestro sector financiero que le lleva a mantener una sequía crediticia de una magnitud sin precedente. Junto a ello, la estrategia extrema de recortes de déficit público, retira circulante de la actividad económica provocando una parálisis en forma de recesión. Nuestra situación, no obstante, se parecería a la de aquel dueño de un coche potente, bueno y caro, parado por falta momentánea de gasolina, al que algunos le plantean que venda el coche, por piezas y a  precio de saldo, para comprar el combustible que le falta.

Pretender que el crédito bancario fluya a la economía real, a base de forzar rondas sucesivas de provisiones y capitalización de nuestros bancos, atragantados por un gran bocado de activos inmobiliarios dudosos, es algo que no se ha conseguido ni con las reformas financieras del anterior, ni del actual Gobierno. Porque no es algo que esté en la lógica de las cosas. ¿De dónde va a sacar dinero BanKia, por citar a uno, para abrir nuevas líneas de crédito a clientes, cuando necesita todo el que tiene y el que no tiene, para cubrir sus pérdidas rampantes?

Valga este ejemplo para evidenciar la parte de nuestros problemas asociada a la mejorable gestión gubernamental de los acontecimientos. Desde el reconocimiento tardío de la crisis que hizo el anterior gobierno, hasta el reconocimiento tardío de la gravedad, magnitud y carácter de la crisis, hecho ya por este. El actual presidente ganó las elecciones atribuyéndose dos grandes méritos caracteriológicos: ser una persona normal, apegada al sentido común y ser predecible. Pues bien, cuando el lunes pasado dijo aquello de que la ascendente prima de riesgo no tenía nada que ver con la increíble historia del “agujero” móvil de Bankia, puso en duda lo primero, como había cuestionado lo segundo cuando, días antes, dijo que haría lo que tuviera que hacer, incluso si era lo contrario de lo que había dicho que haría.

Si hay dudas internacionales sobre la validez de las cuentas públicas españolas, que se estiran como el chicle; o sobre el cumplimiento del objetivo de déficit presupuestario en 2012, conocidos los datos de la grave recesión y de los ingresos y gastos del primer cuatrimestre del año o sobre la dimensión exacta de nuestros activos tóxicos inmobiliarios que han obligado a tres reformas financieras en tres meses, incluida una nacionalización que todavía no sabemos cómo se pagará, no se está cuestionando nuestra solvencia económica como país, sino la baja calidad de la gestión pública de estos asuntos tan delicados y peliagudos.

Esa es la razón por la que sigo insistiendo en la urgencia de un cambio de rumbo en la manera de abordar, desde la política, esta crisis económica, empezando por lo obvio: la necesidad inaplazable de un gran acuerdo parlamentario que transforme el estéril enfrentamiento partidista, en cooperación necesaria que fortalezca la confianza nacional e internacional. Al menos, eso, la necesidad y conveniencia de que los partidos políticos alcancen un Pacto de estado, lo piensan también el 92% de los expertos consultados para elaborar el “Consenso Económico” trimestral, recién publicado por PwC. No estamos solos. Aunque depende de quién, claro.

Un comentario

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Andrés Jiménez Pérez
11.06.2012 a las 14:51 Enlace Permanente

Comparto contigo esa inquietud que tienes de la necesidad de que los dos grandes partidos por lo menos se pongan de acuerdo y elaboren un plan de medidas y así contribuyan primero a elevar la POLITICA al lugar que se merece y segundo no acudir más a la trinchera de cada uno a ver quien es el que gana , quién es el que pega más fuerte . Aprovecho para decirte como andaluz que soy que me caes bien, han sido muchas cosas que has hecho bien entre otras el EBE , en introducir criterios de calidad en la Administración , en crear las estructuras necesarias para acometerlas (agencias) lástima que para introducir criterios de calidad siempre hace falta dotaciones económicas que hoy por hoy es imposible. De cualquier forma, te aprecio un montón

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