2012
Cosas que la OCDE dice también. (Publicado en Mercados de El Mundo)
“Situaciones esperanzadoras” es el nuevo eufemismo del partido en el Gobierno para describir a unos desprestigiados brotes verdes situados siempre, “para el año que viene”. Es obvio que algún día acertaran, porque el PIB deje de caer e inicie una lánguida recuperación insuficiente, en todo caso, para absorber el paro masivo y devolver la abultada deuda en un plazo inferior a una década. Pero, incluso para ello, tendremos que hacer algo diferente a lo que venimos haciendo hasta la fecha, centrado en alinearnos con la lógica del acreedor, es decir, el austericidio.
Al menos, eso se deduce del Informe sobre España hecho público hace escasas semanas por la OCDE y del que solo se ha trasladado a la opinión pública aquellos titulares generosos con la política económica seguida por el Gobierno, cuando una lectura completa del mismo presenta argumentos críticos de peso que refuerzan la obviedad de que la actual, no es la única política económica posible.
Señala la OCDE la existencia de un “círculo vicioso” entre deuda privada, deuda pública y deuda bancaria que amenaza con retroalimentarse prolongando la presente recesión. Esta debilidad fundamental de nuestra economía, tratada bajo los supuestos de una política contractiva del gasto, eliminaría el potencial benéfico derivado de la lenta recuperación de algunos equilibrios de flujos como la balanza de pagos o el déficit público estructural. Para atenuar esta fragilidad necesitaríamos recuperar pronto un crecimiento económico cercano al potencial, es decir, al 3%, que no va a ser posible sin hacer reformas distintas de las conocidas. Recordemos que incluso las previsiones más optimistas, aquellas que establecen el inicio de la recuperación en el cuarto trimestre de 2013 (“el último año de la crisis” según proclamación de fe del Ministro Montoro en el Senado) establecen el 1,5% como techo al aumento del PIB. A ese ritmo, como señala Intermón Oxfam en un estudio presentado esta semana, necesitaremos 25 años para recuperar los niveles de bienestar previos a la crisis.
El Informe de la OCDE dice dos cosas importantes: las actuales políticas económicas inducen recesión adicional a la derivada del inevitable proceso de desapalancamiento privado y, segundo, la recuperación y el crecimiento no brotaran de manera espontánea por el simple transcurrir de los trimestres, sino que hará falta realizar “nuevas reformas estructurales dirigidas a fomentar el empleo”. O sea, y la conclusión es mía, para crecer, hace falta un cambio sustancial en la política económica actual.
La OCDE, en el estudio comentado, realiza varias propuestas para ello de las que quiero referir dos: una profunda reforma fiscal que traslade el actual peso mayoritario de la carga tributaria desde el factor trabajo (IRPF, más cotizaciones sociales) hacia factores como el consumo, el patrimonio o los recursos naturales. En segundo lugar, medidas activas que mejoren la creación de empleo, especialmente, en aquellos colectivos más desfavorecidos como los jóvenes sin formación.
Hay en el Informe un cuadro comparativo de la distribución de la carga tributaria en los países de la OCDE, con datos 2010, que es muy expresivo de la situación: en impuestos sobre la renta de las personas, tanto físicas como jurídicas, España se encuentra tres puntos porcentuales por debajo de la media; en impuestos sobre bienes y servicios, seis por debajo y, sin embargo, en cotizaciones a la seguridad social, once puntos porcentuales por encima de la media. A partir de ahí, se propone en el Informe “una reducción de las cotizaciones patronales a la seguridad social” compensada por un aumento de los impuestos al consumo, una supresión de los gastos fiscales en IRPF y Sociedades, un impulso a ecotasas e impuestos ecológicos complementado con un incremento de “la fiscalidad sobre el patrimonio”. Este desplazamiento de la carga tributaria, en el marco de una reforma fiscal integral, incentivaría la contratación de trabajadores que es el problema principal de nuestro país.
Según se señala también en el Informe, el porcentaje de jóvenes españoles que “ni trabajan, ni están escolarizados, ni en proceso de formación” se aproxima al 20%, una de las tasas más elevadas de la OCDE. Ese es uno de los problemas que el mercado, por sí solo, no resuelve o, al menos, no en un plazo y en una forma que resulte socialmente aceptable. Así lo ha entendido, al menos, el Presidente francés Hollande que acaba de aprobar un Plan de Empleo Juvenil con la pretensión de sacar del paro a cien mil jóvenes cada año mediante un conjunto articulado de incentivos a las empresas y contrataciones públicas directas. España tiene amplia experiencia en medidas de choque para luchar contra el desempleo en colectivos especiales en situaciones de emergencia. Pero todas ellas requieren de cosas esenciales que están ausentes en el momento actual: recursos presupuestarios, realización de la anunciada reforma de los servicios públicos de empleo para recuperar un discurso de políticas activas y no solo de recorte de las pasivas, así como una reivindicación del valor de lo público muy alejada del actual tiro al plato en que el propio Gobierno ha convertido a nuestras administraciones mediante unas políticas indiscriminadas de recortes, descalificaciones y privatizaciones no explicadas.
Igualmente se habla en el Informe de la necesidad de pasar de la estrategia de los recortes en el gasto público a las necesarias reformas del mismo, guiadas por criterios de racionalidad, sostenibilidad y eficacia, o de los graves problemas asociados al creciente fracaso escolar, en plena sociedad del conocimiento, mucho más trascendente que el debate acalorado sobre en qué lengua vehicular se produce dicho fracaso.
En suma, ya resulta difícil creer que hemos tocado fondo cuando los titulares de prensa continúan centrados en nuevos y masivos expedientes de regulación de empleo en grandes empresas que evidencian que el ajuste laboral todavía no ha concluido. Pero resulta todavía más difícil pensar que la recuperación ocurrirá dentro de un año, sin que cambie la actual política económica para que dicho crecimiento sea una prioridad y no una ensoñación, ni una apuesta. La OCDE da algunas ideas para ello. ¿Por qué no se debaten?
22.12.2012 a las 17:12 Enlace Permanente
¿Para que se van a debatir? En el sistema político en que vivimos, en el que se impone la disciplina de partido, una mayoría absoluta deja el debate en algo superfluo.