Las secuelas de la crisis. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 10:31 am

Una crisis sistémica, como la actual, no pasa por la sociedad como la luz a través del cristal sin romperlo, ni mancharlo. En medio de las polémicas existentes, hay asuntos en los que podemos estar de acuerdo: esta recesión ha golpeado de manera desigual a los distintos países en función de sus características estructurales propias (peso de la construcción y nivel de endeudamiento); todos los gobiernos han aplicado las mismas medidas para hacer frente a la situación: intervenciones en los bancos, incremento del gasto público e inyecciones de liquidez; lo peor ha pasado, incluso hay quien ha iniciado ya una senda de crecimiento vigorosa.
            Todas las previsiones de los organismos internacionales se están revisando al alza, por primera vez en tres años, aunque persisten temores sobre la posibilidad de sufrir un bache en el segundo semestre, después de unos resultados en el primero mejor de lo esperado y sobre la posibilidad de que un recorte del gasto público excesivamente rápido, perjudique la incipiente recuperación. Lo primero, la recaída en W, se teme en USA, mientras que lo segundo, los perjuicios del fanatismo del déficit, se anticipa en una UE empeñada en aplicar la misma dosis, de la misma medicina, para todos.
            No he compartido el catastrofismo que algunos han practicado, en los últimos meses, sobre la economía española: deflación asegurada, quiebra financiera del país con corralito incorporado, plan de rescate encabezado por el FMI como en Grecia, expulsión del euro, decadencia profunda. Tampoco espero que expliquen por que sus previsiones no se han cumplido e, incluso, como es posible que la evidencia muestre una solvencia de nuestras empresas y entidades financieras superior, incluso, a la de otros países líderes, que ha cambiado la percepción de los mercados sobre España.
            Sin embargo, creo que debemos empezar a preocuparnos por la post crisis. Por cómo estaremos cuando la recuperación se consolide  y tengamos que analizar las secuelas de la recesión porque, en ningún escenario es previsible, ni deseable, que volvamos al punto de partida, como si nada hubiera pasado.
            Aunque en economía, como en la vida, todo está relacionado con casi todo, analizaré por separado las cinco secuelas principales que nos va a dejar la crisis.
            La primera, sin duda, un volumen elevado de paro. Por mucho que la propia recesión, más algunas reformas parciales como la del mercado laboral, hayan modificado los parámetros de reacción del empleo al crecimiento, tardaremos cerca de una década en recuperar los niveles de desempleo anteriores a la crisis. Más de la mitad de nuestros parados son jóvenes o mujeres, es decir, representan, en la mayoría de los casos, segundos sueldos. Eso explica que la red familiar siga siendo el principal refugio social frente a las dificultades, pero plantea importantes incertidumbres de futuro: una generación en riesgo de desprofesionalizarse, pérdida de capital humano, agudización de las desigualdades por razones de género. Por otra parte, la cualificación de más de la mitad de los parados es baja o muy baja, lo cuál plantea problemas serios para su recolocación en la economía sostenible del futuro.  Dicho de otra manera, ahora vemos todo el paro como coyuntural (fruto de la recesión), pero en breve, tendremos que recuperar la visión de que una parte es estructural que no se absorberá sólo con el nivel previsible de crecimiento económico y que requerirá medidas activas desde el lado de la oferta.
            La segunda secuela será la pérdida de competitividad. El World Económic Forum acaba de bajarnos nueve puestos en el Índice mundial, solo en un año. Una caída importante que refleja los cambios estructurales que se están produciendo en el mundo globalizado, a los que no podemos responder sólo con esperar una recuperación espontánea de la economía nacional. La competitividad refleja el nivel de productividad de un país y con él, su capacidad para generar riqueza y el WEF lo desglosa en doce pilares que tienen que ver con instituciones, infraestructura o educación. Recuperar la competitividad perdida con la recesión, cuando China ya es la segunda economía del mundo, nos va a exigir un amplio y profundo programa de reformas sociales y económicas que va más allá de lo que hoy está presente en el debate público.
            La tercera secuela es un intangible, pero determinante para el desempeño económico: estamos perdiendo dinamismo social. España se ha construido en los últimos treinta años sobre la base del cambio permanente: reconversión industrial y bancaria, integración en Europa, Acta única, euro, internacionalización. Que el mañana no será igual al hoy, ni al ayer, es un enfoque positivo en un mundo cambiante, que  estamos perdiendo como muestra multitud de ejemplos: desde las resistencias universitarias a Bolonia, hasta la huelga general, el bloqueo institucional en la Justicia, la pasividad ante el fracaso escolar, las cargas administrativas crecientes sobre las empresas o la escasa movilidad geográfica. Una sociedad poco dinámica incorpora y financia con dificultad las innovaciones empresariales que son clave para la mejora en productividad y competitividad. Salvo aquellas empresas que se han internacionalizado, nuestra pérdida de dinamismo como país, será una de las peores secuelas que la recesión nos dejará.
            La cuarta secuela de la recesión será un empeoramiento en la cohesión social, por un deterioro de las políticas de inclusión. No me refiero, solo a que las desigualdades sociales crezcan, sino a que las herramientas, e incluso los argumentos a favor de que sociedades más cohesionadas son sociedades más eficaces y con mayor bienestar, están en retroceso, restando legitimidad a aquellas medidas tendentes a incrementar, de verdad, la igualdad de oportunidades, la equidad o la responsabilidad social de las empresas.
            Esas son las preocupaciones que considero reales respecto a España. Y, me temo, que las medidas y los consensos sociales y políticos necesarios para sacarlas adelante con éxito, se encuentran ausentes de nuestro panorama actual en lo que podría ser considerado otra secuela de la recesión: un clima de elevada polarización partidista, reflejo de una preocupante pérdida de perspectiva sobre donde están los verdaderos problemas y sus soluciones.
           
           

Un comentario

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Queralt
20.09.2010 a las 13:19 Enlace Permanente

Menudo panorama… cualquiera de ellas es para caer en una depresión profunda… después de todo lo que llevamos ya bailado…

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