Yo, tú, él. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 3:31 pm

Mientras sigamos conjugando en singular los problemas de España, será imposible encontrar soluciones estables a los mismos y, si el tiempo todo lo cura, no todo lo arregla. Así, nada garantiza que recuperemos el dinamismo, la capacidad de generar riqueza y la ambición de  un gran país que quiere jugar en las grandes ligas del G-20.

                Aunque todo es relativo, especialmente si nos comparamos con Grecia o Portugal, esta semana hemos tenido pruebas suficientes de que las cosas siguen sin irnos bien en el ámbito económico o, al menos, todo lo bien a que deberíamos aspirar en el tercer año de una crisis que fue mundial, pero en la que ya solo quedamos algunos pocos países periféricos del euro.

                El primer elemento poco incentivador del optimismo, ha sido el paro registrado. Ignoro las razones por las que, en algún momento reciente, se decidió que el dato relevante a efectos públicos era el que se daba en bruto, sin pasarlo por el tamiz de la “desestabilización” de elementos coyunturales que puedan haber influido de manera extraordinaria en cada mes.  Pero el aroma de por adonde van las cosas se obtiene, mucho mejor, quitando esos elementos estacionales al dato sin elaborar.

Sin factores estacionales, el paro registrado ha subido en junio más de 30.000 personas, en lugar del descenso anunciado por las cifras sin elaborar. Que el paro registrado (con todas las limitaciones que le hacen menos útil como indicador que el paro EPA) suba en lugar de bajar, no es lo mismo a la hora de entender por adonde va la coyuntura económica. Pero más allá de esto, otros elementos recientes del mercado laboral ayudan a dibujar un panorama de estancamiento en la actividad, donde las subidas inequívocas en exportaciones y turismo, se compensan por caídas adicionales en construcción y sector público. Por ejemplo, los contratos indefinidos que siguen cayendo ininterrumpidamente desde el segundo trimestre de 2009 así como que sólo se mantiene, e incluso crece, la contratación a tiempo parcial y la temporal.

                Si a un mercado laboral que no crea empleo neto y el que crea es precario, le unimos las estadísticas sobre salarios que constatan una pérdida de poder adquisitivo como estrategia alternativa de adaptación a la necesaria devaluación interna, o el incremento constante de parados de larga duración (más de un año), no resulta extraño que el INE haya constatado en sus datos sobre las cuentas institucionales de los sectores que las familias españolas apenas si han incrementado su consumo en el primer trimestre del año, porque la renta de los hogares ha crecido un 0,6% en términos nominales, lo que quiere decir que ha disminuido en términos reales y aún ello, gracias a que otras rentas (prestaciones sociales) han compensado la bajada en las rentas salariales. El hecho de que la renta de las empresas, en el mismo período, haya crecido un 22%, es una buena noticia, pero evidencia el incremento en la desigualdad en la distribución de la renta y la riqueza, que ya habían sido puestos de relieve, incluso, en los años de crecimiento económico.

                Seguir apostando, en esa situación, por una estrategia de política económica basada en ajustes salariales a la baja, aleja el tiempo de la recuperación económica, sin la que no habrá creación de empleo, ni reducción suficiente de los déficits públicos, ni confianza en nuestra capacidad como país para devolver los préstamos a medio plazo. Sobre todo, cuando tenemos mimbres empresariales suficientes, desde las grandes multinacionales agrupadas en el Consejo Empresarial para la Competitividad, hasta miles de pequeñas y medianas empresas que han hecho sus deberes, tienen sus balances saneados y esperan una vuelta a la normalidad crediticia y en la demanda,  para iniciar una política activa de crecimiento.

Hay, pues, problemas no resueltos mediante las reformas hechas y oportunidades congeladas que no acaban de brotar en medio de una cierta indefinición del momento actual, a la que no contribuye debates retóricos impulsados desde el Gobierno sobre aquello que quisieran proponer algunos si no estuvieran en el Gobierno, pero que no hacen precisamente porque están en el Gobierno.

Lo que tenemos que exigirle a los candidatos que aspiran a suceder a Zapatero en la Moncloa, es un cambio de orientación en la política económica, desde el momento anticrisis, hacia la prioridad de la reactivación sin dejarse hundir por la tendencia destructiva de los llamados mercados financieros que, tengo la impresión, llevan unas semanas como pollo sin cabeza, por la ausencia de adecuada respuesta institucional desde la Unión Europea a la altura de los problemas existentes.

Tenemos que pedirles, también, que orienten las reformas reactivadoras sin caer en absurdos tabúes sectoriales. La construcción de viviendas en España no volverá a ser lo que fue. Afortunadamente. Pero no podemos hacer como si no existiera el sector, abriendo un concurso de aspirantes a sustitutos o sucedáneos, observando impertérritos como se deteriora el stock de viviendas invendidas, como atenaza el balance de las entidades financieras impidiendo un regreso razonable a la actividad crediticia y como cientos de miles de familias se quedan cada año sin acceder a una vivienda por un entramado confuso de situaciones adversas, cuando nunca recuperaremos creación de empleo suficiente hasta que el sector de la construcción recupere una deseable normalidad que no alcanzará sin intervención pública específica.

Esa Nueva Política Económica que reclamo, mucho más que un catálogo deslavazado de promesas inconexas o medidas aisladas como las discutidas en las resoluciones del reciente Debate sobre el Estado de la nación, requerirá un ejercicio serio y continuado de aunar voluntades, articular soluciones complejas, sumar apoyos sociales, explicar a los ciudadanos, coordinar distintas instituciones del Estado (CC.AA, ayuntamientos y Gobierno Central) y defender ante los organismos internacionales. Exigirá superar los enfrentamientos políticos partidistas nacionales que tanto han debilitado la credibilidad externa de algunos países vecinos. Obligará a conjugar las soluciones a nuestros problemas actuales desde la primera persona del plural, construyendo un nosotros solidario y consciente de la particularidad histórica del momento en que vivimos, tan distinto de otros precedentes.

4 comentarios

001
jj
12.07.2011 a las 22:48 Enlace Permanente

Estimado compañero, espero que el panorama no sea tan negro como lo pintas, pero lo que más me cabrea de todo es que no hayamos sabido plantear hace dos o tres años un pacto de estado para afrontar las reformas que apuntas…. El tema de Europa es otro cantar…. es deprimente ver cómo unos cuantos burócratas se están cargando el sueño europeo…

002
Surco
15.07.2011 a las 22:36 Enlace Permanente

No te procupes. Vamos a seguir en el país de la indecisión constante.. Unos porque no tienen valor político ( el de verdad, el que consiste en replanteamientos globales siendo capaces de plantear planes de visión amplia y de romper intereses establecidos, incluidos los propios) y los que van a venir porque ni saben, ni se plantean otra cosa que no sea el ABC liberal y el más de lo mismo.

Completamente de acuerdo en que hay que conjugar en plural, pero eso requiere antes un viaje mental individual de varios sujetos, luego una puesta en común y el inicio de un viaje colectivo…… y del único viaje que seguimos cerca es del viaje a ninguna parte.En fin, que lo dejo aquí, no quiero empezar el finde de mala leche..

003
la primera fuente
17.07.2011 a las 08:28 Enlace Permanente

Habrá que ir hacia la definición de un modelo clásico de presupuestación definido sobre la base de unos nuevos escenarios plurianuales y sustentando en reformas legislativas clave de elementos importantes de nuestro propio Estado Constitucional claramente orientados a la definición de objetivos y medidas que tiendan a la creación bruta de empleo.
Alcanzar un nuevo escenario donde aumenten la recaudación de la Seguridad Social y disminuyan los gastos de gestión de la misma en un entorno económico de creación de empleo. Reducir subsidios por incapacidad temporal y ofrecer un nuevo contenido dinamizador al Fondo de Reserva. Revalorizar las pensiones contributivas y no contributivas y ser capaces de comprometer una masa salarial que estabilice el sueldo de los funcionarios públicos de forma paralela al crecimiento económico.

Adoptar una nueva Ley de Jubiliación Voluntaria, ajustar la fiscalidad de las pensiones, adoptar instrumentos conjuntos que permitan modular los haberes de clases pasivas en determinados rangos de renta en función de determinados factores patrimoniales.

Según los niveles actuales en que se encuentra la economía también habrá que hacer un importante ejercicio de lucha contra el fraude.

En otro orden de cosas bajo mi punto de vista resulta importante que se redefina a través de un gran pacto de estado el nivel territorial de la administración autonómica. Ligar el nivel de autonomía política con el del déficit derivado de su gestión y establecer límites personales de endeudamiento bajo un control estrictamente general y único que repercuta de forma directa en la proyección política y competencial de los próximos presupuestos como medida de homogeneización prespuestaria.

Aumentar sin alterar el ámbito competencial y de gestión de los Ayuntamientos mejorando su capacidad de recaudación y ampliando su poder ejecutivo en relación al urbanismo, adaptación de la legislación mediambiental, promoción de la actividad económica, etc. aumentando su participación en recursos ordinarios del Estado.

Los principales cambios de la sociedad española deben surtir efecto en ese eje esencial de la economía productiva marcado por la educación, la reforma del mercado de trabajo, el especial apoyo financiero del sector de la pyme y empresas desde el mercado interbancario porque es este nexo de unión el único que nos puede hacer llevar a través de la innovación y el desarrollo tecnológico a un tipo de economía más competitiva.

Un saludo

004
la primera fuente
17.07.2011 a las 23:32 Enlace Permanente

También es importante que se desarrollen «grandes acuerdos nacionales» en materias donde ese «yo, tú o él» personalísimo es difícil de conjugar.
Por lógica, entre los principales acuerdos generales que se pueden ofrecer desde la política con carácter eficaz y operativo se encuentran aquellos que directamente afectan a las propias partes intervinientes del acuerdo. Y el momento tan especial que vive la sociedad española exige que se desarrollen en este sentido grandes acuerdos nacionales en relación a la definición de nuestra propia estructura, a la participación de los partidos políticos como engranaje del sistema, a nuevas formas de participación política más austeras y eficaces y menos burocratizadas y más controladas presupuestariamente de forma conjunta.
El Estado de las Autonomías es caro pero más caro es un estado de las autonomías que camine en la indefinición y desajuste presupuestario.

Otro importante aspecto donde España requiere la definición de una gran Pacto de Estado es en Política Exterior e Inmigración. Definir una base lógica de cooperación donde no se vea afectada nuestra estructura productiva y definida dentro de un marco legal propio y que se sitúe al margen de todo tipo de instrumentalización propia aportando así cohesión y estabilidad a nuestros propios factores de desarrollo.

Y otro ámbito donde se requiere la definición de grandes acuerdos es en el sector de la Energía. Por poner un ejemplo: el aumento del precio de los alimentos y el encarecimiento de la energía son dos factores que han lastrado el crecimiento económico en las principales sociedades occidentales pero que aún no se han sabido afrontar a través de ningún tipo de medida de calado, regulación general o convenio internacional entre los principales países afectados que merezca entender que este problema de crecimiento económico pueda ser en un futuro anulado con medidas alternativas.
Y por poner otro ejemplo de la falta de coordinación llama la atención cómo tampoco se han desarrollado elementos globales de regulación de otro de los principales problemas de las economías europeas sin establecer restricciones al acoso que ocasionan los mercados en la soberanía económica de tantos y tantos países.

España puede salir de este grave bache económico y puede hacerlo también a un nivel más global como el resto de economías europeas si determinados organismos internacionales «hacen su trabajo» y adoptan medidas en el ámbito que les corresponde, de una manera rápida y precisa, desde la que todos en conjunto el día de mañana podamos percibir en nuestro propio grado de bienestar.

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