Los serios problemas con el empleo

Escrito a las 8:39 am

No acabo de entender en qué puede mejorar la situación de nuestro mercado laboral si aplicáramos las recomendaciones que ha hecho el FMI esta semana, que insiste en el modelo agotado de la devaluación interna. Ya, ya sé que con Zapatero era peor, que Rajoy es un hombre providencial y que más se perdió en Cuba. Pero una vez dados los gritos de rigor que algunos exigen, aunque sean falsos, los problemas, los graves problemas laborales de España continúan, en medio de la indiferencia de un Gobierno tan encantado de haberse conocido que le resulta imposible ver más allá de su espejito mágico de autosatisfacción.

Foto: elmundo.es/JAVIER OLIVARES

El empleo ha crecido en 413.900 personas en los últimos 12 meses. Magnífico. Ya sólo necesitaremos seis años más para, a ese ritmo, recuperar la tasa de paro de antes de la crisis. Y nada garantiza que se mantenga, ya que todas las previsiones apuntan a un cierto enfriamiento de nuestra actividad económica conforme van remitiendo los vientos favorables externos que hemos tenido.

O reconocemos que, más allá de nuestro modelo de relaciones laborales, tenemos un problema serio en nuestro modelo productivo que le hace incapaz de absorber todo el empleo que necesitamos, o nunca nos situaremos al nivel de ocupación de nuestros socios del euro. Ensanchamiento de la oferta productiva, innovación, competitividad, productividad, tamaño de las empresas, nivel inversor… Todos son asuntos mucho más importantes a la hora de crear puestos de trabajo, que el contrato único o la mochila austriaca. Cuando, al final, llegan los datos de Contabilidad Nacional y se observa que turismo y hostelería son los motores fundamentales de nuestro crecimiento, no puedes por menos que preguntarte dónde ha quedado tanta cháchara gubernamental sobre el cambio de modelo productivo.

Algunos siguen insistiendo en que la reforma laboral de 2012 ha sido la clave de bóveda de una recuperación de la actividad y del empleo que empezó, dos años después, de la mano del rescate bancario y de la política monetaria de Draghi en el Banco Central Europeo. Sin embargo, basta con comparar nuestra evolución en estos años con la alemana, para darnos cuenta de que nada más lejos de la verdad: Alemania está creando un volumen de empleo similar al nuestro, con una tasa de paro muy inferior y, sobre todo, con unos costes laborales unitarios crecientes.

Todo lo contrario a nosotros que, para crear el mismo empleo, hemos tenido que deteriorar las condiciones laborales hasta límites insospechados gracias, eso sí, a una reforma laboral que entregaba todo el poder de decisión al empresario de forma unilateral.

El 70% del empleo creado en estos dos últimos años es temporal. A pesar de que la temporalidad ha sido una constante negativa de nuestro mercado laboral desde 1984, nunca, repito, nunca, habíamos creado tanto empleo temporal por cada unidad de crecimiento del PIB: mientras en el período 2001-2007 la relación contratos temporales/crecimiento del PIB era de 1.2, ahora es de 5.1. Pero no es esta la única indicación de cómo se ha precarizado el mercado laboral español tras la reforma. Mencionaré tres más: el paro de larga duración, los trabajadores pobres, y la sobreexplotación representada por las horas extras no pagadas.

La mitad de nuestros parados lo son de larga duración, es decir, llevan en esa situación más de un año. Si añadimos otros dos datos como son que la cobertura por desempleo sólo llega al 43% de los parados y que los servicios públicos de empleo acaban de suspender la evaluación de su funcionamiento, realizada por el Consejo de Europa, es difícil entender propuestas como las del Fondo Monetario para endurecer las condiciones de los parados españoles. Estar parado en España no es ningún chollo. Pero trabajar, para una parte importante de nuestros ocupados, tampoco. La caída de los salarios, asociada al deterioro de la negociación colectiva tras la reforma, más el incremento de trabajadores a tiempo parcial (un 15% del total, cuando antes de la crisis se situaba en el 11%), han llevado a que la renta media por ocupado haya bajado un 10%, incrementando en seis puntos porcentuales la tasa de riesgo de pobreza de los trabajadores ocupados.

Ahí radica una parte de la explicación de por qué ha crecido en España la desigualdad en estos años de crisis. Por último, aunque hoy se hacen menos horas extraordinarias que antes de la crisis, casi se ha duplicado la tasa de horas no retribuidas sobre las retribuidas, en un claro abuso que sólo se puede explicar por la nueva regulación de los contratos temporales, más laxa que la anterior, junto a la mayor desprotección derivada del menor número de trabajadores cubiertos por convenios colectivos.

Siempre que la economía crece, se crea empleo. Pero nunca se había creado un empleo tan precario como ahora. Y eso, superadas las ensoñaciones respecto a un nuevo modelo de crecimiento basado en las exportaciones, una vez que la contribución del sector exterior al crecimiento vuelve a ser negativa, como siempre ha sido, puede ser una estrategia suicida. Si la consolidación de nuestro crecimiento debe basarse en la demanda interna necesitaremos no sólo crear más empleo, sino mejor empleo y, sobre todo, mejor retribuido para que las mejoras en la renta de unas familias todavía demasiado endeudadas, se puedan traducir en aumentos sostenibles del consumo, incluso en contextos donde la inflación vuelve a hacerse presente.

Llegaríamos así a la conclusión de que si queremos seguir creciendo y creando empleo, deberemos proceder a una reforma de la reforma laboral que recupere el papel central de la negociación colectiva en la fijación de los salarios y de las condiciones laborales, sin que ello esté reñido con la necesaria flexibilidad. Es decir, reformas en sentido contrario al demandado por el FMI.

Publicado en elmundo.es el 5 de febrero de 2017

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