Mucha gente anda abrumada por ver a Trump en la Presidencia de Estados Unidos. Y no me refiero a quienes se manifiestan en aquel país al grito de «no es mi presidente», sino a quienes en España, incluso desde posiciones políticas conservadoras, saben que Trump es otra cosa y que con su elección, algo importante se ha roto. Surge, entonces, una sensación de desamparo, ligada a una incapacidad para entender lo sucedido: cómo es posible que los votantes republicanos tradicionales hayan respaldado a un candidato repudiado por buena parte de la cúpula del partido republicano y, cómo es posible que la amenaza de tal candidato no haya sido suficiente para movilizar, en su contra, a todo el voto demócrata que apoyó a Obama.
La primera reacción ante un hecho traumático (algo que se sale radicalmente de lo normal y que se vive de manera muy agobiante) es negarlo. Esto hacen quienes responden a la elección de Trump con la idea de que «no cumplirá lo que ha prometido» y, por tanto, «no será tan grave como suponemos ahora». Es decir, una cosa es lo que ha dicho para ganar las elecciones (aunque las ha perdido en voto ciudadano) y otra, muy distinta, lo que hará como presidente, donde no se saldrá tanto de la norma.
Mi visión es otra. Creo que Trump va a hacer cosas disruptivas, en línea con lo que ha dicho. Y ello introduce gran incertidumbre, ahora, y profundas transformaciones en el orden mundial, después. Y que negarse a aceptarlo, empeñarse en que las cosas van a seguir, más o menos, «como siempre», forma parte del trastorno de estrés postraumático (TEPT) en que estamos.
La primera reacción ante un hecho traumático es negarlo. Esto hacen quienes responden a la elección de Trump con la idea de que «no cumplirá lo que ha prometido»
La piedra angular de los cambios será el principio de América primero. Más allá del debate sobre quién es esa América que se quiere priorizar, ya que no se puede decir que todo lo que han hecho hasta aquí los anteriores presidentes haya sido para colocar al resto del mundo por delante de los intereses americanos, la acción multilateral y la aspiración a un liderazgo hegemónico que han caracterizado a EEUU, pasarán a un segundo plano.
Bajo Trump, USA se replegará sobre sí misma. Todavía no sabemos hasta qué punto, y ello tendrá importantes consecuencias sobre el resto del mundo. La primera, que rompe la idea de que nos enfrentamos a problemas globales que sólo tienen solución mediante compromisos globales.
Por ejemplo, los efectos negativos del calentamiento del planeta como consecuencia de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Negarlo, como ha hecho Trump para justificar su cesión ante los intereses económicos de la industria americana del gas y del petróleo, no evita los problemas ya evidentes, ni que el resto de países sigan adelante con el Acuerdo de París, desarrollando las nuevas tecnologías en energías renovables y cerrando mercados a los productos americanos si no cumplen las exigencias de reducción de emisiones.
Acaba también con la teoría, ampliamente asentada en el análisis económico y en la evidencia empírica, de que a mayor libertad de intercambios, mayor crecimiento económico y mayores beneficios colectivos. Es seguro que la actual globalización ha dejado por el camino a grupos de perdedores en el primer mundo. Pero también ha situado a amplios grupos de ganadores que, gracias a ella, pueden acceder a multitud de bienes y servicios a unos precios muy asequibles.
Creo que Trump va a hacer cosas disruptivas, en línea con lo que ha dicho. Y ello introduce gran incertidumbre, ahora, y profundas transformaciones en el orden mundial, después
Si en lugar de buscar mecanismos internos para compensar adecuadamente a los perdedores, buscamos protegerlos a costa de empeorar a los ganadores, el resultado será un empeoramiento para la mayoría de los ciudadanos. Si como dicen sus críticos, los nuevos tratados librecambistas que se estaban negociando (TTIP, TTP) beneficiaban de manera excesiva a las grandes empresas americanas, aplazarlos o suspenderlos, empeorará la situación relativa de dichas empresas: ¿va Trump a perjudicar intereses de unos americanos, para proteger intereses de otros americanos? Ningún sitio más claro para ver este dilema que su actitud ante el plan sanitario de Obama, donde los beneficios de unos, sólo se podrán obtener a cambio de los perjuicios de otros.
Situar el crecimiento económico y la creación de empleo en América por delante de otras consideraciones, según Trump, no sólo va a frenar el proceso de globalización tal y como lo conocemos hasta ahora. También alterará la política monetaria e, incluso, la sacrosanta independencia de la Reserva Federal. Mezclar bajada de impuestos con impulso a las infraestructuras se parece al plan que protagonizó Reagan, en aquel caso, de la mano del mayor gasto en la industria militar.
Pero el correlato será una subida en los tipos de interés, quizá en contra de la opinión de la autoridad monetaria porque los efectos negativos de dicha medida sobre el resto de la economía americana y mundial, pueden sobrepasar los supuestos efectos benéficos de las medidas que la originan. De nuevo, para favorecer a unos americanos, se perjudicará a otros americanos y, de paso, al resto del mundo.
Trump tomará decisiones que alterarán drásticamente la situación actual con grandes impactos externos. Entre otros, que el vacío creado tras su aislacionismo relativo tenderá a llenarse con un peso mayor del resto de actores en la escena internacional. Por ejemplo, en el campo de la defensa militar. Pero, a nivel interno, sus medidas no podrán beneficiar a toda América o a todos los americanos.
La cosa se parecerá mucho a un juego de suma cero donde lo que unos ganen, será a costa de lo que pierdan otros. Salvo que la diferencia la obtengan del resto del mundo que, seguro, también reaccionará para evitarlo. Lo dicho. Un TEPT.