Mucha gente ha querido identificar en España partitocracia con bipartidismo. Así, parecería que los problemas que genera un «estado de los partidos» desaparecerían con la aparición de otros partidos emergentes con suficiente capacidad para obtener votos. Y no. De hecho, defenderé que tenemos cuatro partidos grandes con actúan con la lógica de la partitocracia, aunque dos de ellos todavía no hayan «tocado poder».
Tal y como definí en mi libro «Para qué sirve hoy la politica. Una democracia para escépticos» (RBA. 2012) podemos resumir en cuatro los rasgos caracteristicos de una Partitocracia:
1. Tomar la parte por el todo. Así, «el pueblo», «la gente», son solo aquellos que me votan aunque representen, como mucho, un tercio del total de votantes. Con ello se intenta negar valor a la pluralidad existente en una democracia reduciendo a los «otros», quienes no me votan, a la categoria de «casta» o similar.
2. Anteponer los intereses de partido, sobre los intereses generales del pais. Ante un problema que afecta a ciudadanos, la actitud no es buscar soluciones que, en muchos casos, requieren pactos o acuerdos con otras fuerzas políticas, sino ver cómo puede beneficiarme electoralmente y perjudicar a los adversarios. Resolver los problemas es la menor de las preocupaciones, razón por la que se quedan tantos sin resolver incrementando el cabreo de quienes los padecen sin que vean a «los políticos partitocráticos» ni preocupados por ello (distancia). Entonces, por ejemplo, ganar las proximas elecciones va por delante que garantizar la gobernabilidad de Andalucía.
3. Entender que la política no es un instrumento para «hacer algo» en beneficio de los demás, sino un medio para «ser alguién» en beneficio propio, un fin. Esto afecta al funcionamiento de los partidos, elección de candidatos etc.
4. Confundir lo general, lo de todos, con lo particular, lo propio. Esto vale, en su versión fuerte, cuando la «apropiación» es de dinero público (corrupción), como cuando se trata de «instituciones» públicas que caen en manos de los intereses de partido. Pocos recuerdan que se gobierna, no en beneficio del partido, sino del conjunto de la ciudadanía. En esos caso, no hay transparencia real, no gusta rendir cuentas, dar explicaciones etc.
Si aceptamos estos principios como los definitorios de la partitocracia, me temo que la actual ampliación del espectro de partidos con representación en las institucionesdemocráticas no va a acabar con él. En todo caso, complejizará su funcionamiento convietiendose en una oportunidad perdida pues los aires frescos de la reforma no serán tales ya que no se está alterando la lógica con la que funciona el sistema de partidos sino que, simplemente, hay dos nuevos partidos que quieren sustituir a los dos viejos. Pero, ¿para hacer lo mismo? Aún es pronto, pero todo lo visto hasta ahora, apunta en esa dirección.