Vientos de cambio. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 8:45 am

Vamos a tener que re inventar los motores del crecimiento económico para asegurar, en España, otro ciclo largo de expansión que nos permita salir de la crisis y no solo de la recesión. Porque los que funcionaron en el pasado, esos, ya no volverán. Tres fueron los vientos principales que inflaron las velas en la mejor etapa de crecimiento económico durante la década 1998-2008. El primero, los cuantiosos fondos europeos recibidos. Desde que Felipe González (el «pedigüeño», como le llamó entonces un joven líder de la oposición llamado Aznar) consiguió que la Unión Europea duplicara los presupuestos dedicados a Fondos Estructurales y creara el Fondo de Cohesión, pasamos a ser importantes receptores netos de recursos comunitarios, en gran parte destinado a mejorar la oferta productiva del país e incrementar su potencial de crecimiento, por una cantidad equivalente a un punto anual de PIB.

El segundo viento propulsor del crecimiento fue el crédito bancario. A partir del momento en que se acordó la entrada en vigor del euro, la convergencia a la baja en los tipos de interés entre los países que iban a ser miembros de la nueva zona monetaria corrió paralela, en el caso de España, a un fuerte incremento en la concesión de crédito bancario, repentinamente muy abaratado y respaldado por la seguridad alemana. La otra cara de ese «dinero fácil» fue el aumento espectacular de la deuda privada, hasta acercarse a tres veces el PIB y el hecho de que nuestras empresas se financiaran hasta en un 78% con créditos bancarios lo que ayuda a explicar por qué la sequía crediticia que siguió a la crisis, golpeo a nuestro país con mayor intensidad que a otros. El tercer viento que ayudó a reducir nuestra tasa de paro al nivel de la media europea, por primera vez en democracia, fue la explosión de la actividad constructora, tanto civil como en vivienda. Pocas dudas quedan que ello generó una burbuja especulativa, a partir del uso generalizado del suelo como colateral revalorizable mediante decisiones administrativas.

La realidad con que nos encontramos, ahora, en este adelanto de futuro en que vivimos, nos permite asegurar que serán otros los vectores que impulsaran el próximo periodo expansivo de nuestra economía. Entre ellos, quiero destacar tres que ya están presentes en aquellas empresas españolas que son líderes mundiales: salir fuera, innovar y apostar por rebajar las emisiones de carbono, reduciendo su uso. Aunque el peso de las exportaciones sobre el PIB se va a incrementar en los próximos años hasta alcanzar cifras cercanas al 40%, es en el capítulo de inversiones directas en el exterior donde se ha producido el cambio más espectacular en los últimos años, al alcanzar ya 2.500 empresas españolas con filiales en el extranjero, proceso que debe tener clara continuidad ascendente. Cada vez más empresas, de más sectores y de diversos tamaños, tendrán que abordar la aventura de salir fuera de manera permanente, si quieren sobrevivir en este mundo globalizado, donde de poco sirve que no quieras salir fuera para competir, porque los de fuera sí que vendrán a competir contigo en tu mercado. Es cierto que las experiencias existentes son de amplia casuística, pero un plan estratégico suele ser conveniente, a partir de la respuesta clara a las preguntas: ¿Qué sabemos hacer, como empresa? ¿Cuál es nuestra especialidad? ¿Podemos hacerlo en otros países? ¿qué necesitamos para ello?.

La innovación no es, hoy en día, una opción, sino una absoluta necesidad en la sociedad en que vivimos. Aunque no toda innovación es tecnológica, ni toda innovación tecnológica utiliza internet, la combinación entre robotización y las amplias posibilidades abiertas por la red, es lo que suele dar potencia a un cambio que debe trasladarse «de los bits a los átomos», como dice Anderson en su interesante libro «Makers. The new industrial revolution». Diseñar un plan interno para el cambio en la empresa, capaz de impulsarlo de manera armónica a la vez que se detectan las resistencias al mismo y se desactivan los conflictos, debe acompañar a una apuesta clara por adquirir fuera todas aquellas habilidades innovadoras de las que no se disponga dentro de la firma. Por último, la necesidad de combatir el cambio climático y sus efectos negativos mediante una economía baja en carbono va a convertirse en una exigencia clara, hasta el punto de que los principales » stake holders», empezando por los inversores privados y públicos, van a discriminar en contra de aquellas empresas que no adopten medidas creíbles en favor de la sostenibilidad medio ambiental.

Estos vectores de cambio, con un papel decisivo en la actualidad, van a movilizar otros factores instrumentales que facilitan su consecución: incrementar en el tamaño de las empresas, reformar los sistemas actuales de gestión empresarial, incorporando más controles externos sobre todo en las pymes y reforzar la responsabilidad social de unas empresas que actúan en un entorno global pero que producen efectos locales, sin que hayamos sido capaces de poner en marcha los mecanismo adecuados de gobernanza mundial.

Tanto si analizamos los mencionados vectores propulsores del nuevo crecimiento, como si lo hacemos con los consecuentes instrumentos de transformación social, hablamos de las verdaderas reformas estructurales que siguen pendientes en el país. Son muchas las empresas españolas que ya se impulsan en el mundo a partir de ello para alcanzar la excelencia, los dividendos y cumplir de forma adecuada con su responsabilidad social. Ahora se trata de que el Estado, de la mano del Gobierno, ponga en marcha programas públicos que hagan posible una generalización de estas experiencias de éxito, hasta que alcancen el tamaño crítico suficiente a partir del cual se producirá un cambio estructural generalizado y, entonces, solo entonces, podremos decir que la recuperación se ha consolidado, que salimos de la crisis y que lo hacemos de una manera socialmente equilibrada.

Aprovechar la buena coyuntura actual (descenso precio de petróleo, depreciación del euro, política monetaria expansiva y presupuestos más acomodaticios) como trampolín para ese cambio, será lo exigible a un gobierno responsable, me temo que ya tras las elecciones generales.

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