El caso Bankia y el rescate a España (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 10:03 am

Ni la fusión, ni la salida a bolsa, ni las preferentes, ni las tarjetas black, por citar los escándalos más mediáticos asociados a una continuada gestión deficiente en Bankia, son suficientes para explicar el agujero de 23.000 millones de euros descubierto en 2012, que es lo que tuvimos que poner los contribuyentes tras su nacionalización en el marco de un rescate impuesto a España desde la troika europea, a los seis meses de la llegada al gobierno del PP de Rajoy. Por eso, parece absurdo, como ha hecho esta semana el Ministro Guindos, agitar ahora políticamente la salida a bolsa, cuando todo está en sede judicial (buscando responsabilidad civil subsidiaria del Estado) y cuando la única acción administrativa adoptada por el ministerio que dirige ha ido dirigida contra el auditor que, primero dijo que las cuentas no tenían problemas (julio 2011) y poco después, se negó a firmarlas, provocando con ello la caída de Rato y la intervención de la entidad (mayo 2012).

De forma paralela, en esta especie de “flash back” permanente en el que parece que se ha instalado nuestro país, el presidente Rajoy volvía a afirmar esta semana desde México que había evitado el rescate, como si lo ocurrido en junio de 2012, esa ayuda de emergencia solicitada por su Gobierno a la troika y que Guindos llama “rescate financiero”, no hubiera ocurrido nunca. Comoquiera que ambos asuntos de actualidad coinciden con el contenido de mi próximo ensayo, ya en imprenta, centraré en ellos mi columna, animándoles, no obstante, a leer el libro (“Seis meses que condujeron al rescate”. Deusto. Planeta).

Negar la evidente realidad y buscar falsos culpables, son dos formas de entender la vida que se han instalado en nuestro mundo político. Desde aquel “la culpa es de Zapatero”, vuelto a poner de actualidad por Guindos, hasta el “no hubo rescate” de Rajoy. Ambas explican la desafección ciudadana frente a unos políticos más empeñados en atizar al adversario que en buscar soluciones eficaces a tantos problemas como les afectan. Con esa actitud, tal vez se pueda ganar elecciones, pero no se puede gobernar un país azotado por sutnamis tan importantes como los que nos afectan en esta hora difícil.

Cuando Rajoy insiste en que evitó el rescate, ¿qué quiere decir? ¿Pretende negar lo que ocurrió, o confundir al respecto utilizando el carácter mágico de las palabras? En junio de 2012, después de seis meses cometiendo, por razones partidistas, todo tipo de errores de gestión, el Gobierno español solicita a las autoridades comunitarias un rescate para nuestro sistema financiero. El nuevo Gobierno se estaba mostrando incapaz de gestionar “el problema Bankia” (recordemos que ese año, el Finantial Times eligió a Guindos el peor ministro de la eurozona), sobre el que había sido advertido, desde el principio, por el Banco de España, por el FMI, por el BCE y por otros ministros del Eurogrupo, sobre todo, por el negativo impacto que las dudas sobre el sistema financiero español y, en concreto, la situación de Bankia, estaba teniendo sobre la zona euro, en un momento de máxima debilidad de la misma, donde la salida de Grecia, Portugal, España e incluso Italia, era la hipótesis central en los mercados financieros. España, a diferencia de otros países periféricos, no presentaba un problema presupuestario insoluble, a pesar de que el déficit se disparó como consecuencia de la crisis, sino que era nuestro sistema financiero, golpeado por los efectos de la burbuja inmobiliaria, donde se centraban todas las dudas y desconfianzas internacionales y, en especial, de aquellos que tenían que prestarnos dinero para vivir. Por eso, cuando se nos cierran los mercados financieros y la prima de riesgo (esa que dijo el PP que “se llama Zapatero”) se multiplicó por tres bajo el mandato de Rajoy, el rescate que se nos impone es financiero y no presupuestario, porque era ahí, en el sistema financiero, donde estaba situado el problema que más perjudicaba a la zona euro.

Podemos no llamarlo rescate como, en otro momento, se intentó no llamarle crisis. Pero un préstamo público ventajoso, sometido a condiciones duras (como la creación de un banco malo o la asignación de dinero de los contribuyentes a salvar bancos, dos asuntos que había dicho el nuevo Gobierno que nunca haría) y supervisado por la troika es, exactamente, la definición internacional de rescate. Por tanto, podemos negarlo aquí, pero el resto del mundo, aquellos que hablan el lenguaje normal, no tienen dudas de que, como país, fuimos rescatados en 2012, tras seis meses de Gobierno de Rajoy.

Y, en gran parte, por el caso Bankia aunque, el tejemaneje con las cuentas públicas que tuvo lugar bajo el nuevo Gobierno que, por razones partidistas (culpar al Gobierno anterior y elecciones andaluzas), tardó medio año en presentar un Presupuesto, tampoco ayudó a mejorar la confianza internacional en nuestro país. Es cierto que el Gobierno actual se encontró una Bankia ya fusionada y cotizando en bolsa, aunque no consta, en ninguna de las dos, que hubiera habido una oposición por parte del PP que, desde el principio, ejercía una influencia muy importante tanto sobre Caja Madrid, como sobre Bancaja o la nueva Bankia. Pero, en 2012, el problema no estaba ahí, sino en la veracidad global de las cuentas de la entidad. Es muy probable que si el Presidente de Bankia no hubiera sido un peso pesado del PP, antiguo jefe del Ministro y rival del Presidente, como era Rodrigo Rato, la resolución de ese problema no se hubiera prolongado tanto tiempo, alimentando con ello una inquietud creciente en el resto del mundo sobre la realidad económica de España, con efectos negativos sobre todos los bancos españoles.

Si como dijo tiempo después Rajoy, durante esos primeros meses de 2012, la acumulación de problemas estuvo “a punto de tumbar a España”, en gran parte se produjo por la mala gestión que de esos difíciles problemas (déficit público y Bankia) hizo su Gobierno, más dominado por una lógica partidista que de país.

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