Cerrado por reformas. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 4:34 pm

Daría la impresión de que el proyecto de construcción europea se encuentra cerrado por reformas. A juzgar por los golpes y ruidos que se escuchan desde fuera, sus nuevos responsables deben de estar trabajando mucho, aunque no sepamos muy bien en qué. Desde el punto de vista económico dos asuntos parecen urgentes e importantes: evitar los errores regulatorios y de supervisión sobre los mercados financieros que se han producido en los últimos años y que han concluido con la actual crisis así como, en segundo lugar, equilibrar mejor la arquitectura institucional existente entre la unión monetaria y la unión económica.

         Cuando se produjo la actual crisis financiera internacional, fue el Presidente francés quien señaló la necesidad de “refundar el capitalismo”. Si hacemos memoria de algo ocurrido hace menos de dos años, esa propuesta parecía lo menos que se podía hacer frente a la creciente indignación de los ciudadanos del mundo conforme íbamos conociendo algunas de las prácticas habituales en estos mercados a partir de la desregulación con los consiguientes abusos por parte de algunos de sus directivos. “Eso” no era un mercado, porque no reunía ninguna de las características del mismo que enseñamos en clase a los alumnos. Pero, además, tampoco había muchas empresas responsables y la sensación de haber depositado mucho poder en manos inadecuadas corrió como la pólvora por el mundo. Algo había que hacer y frente a las tentaciones de acabar de un plumazo con ese capitalismo de casino y paraísos fiscales, refundarlo parecía lo menos que se podía hacer.
 Pues bien, esta semana hemos conocido que, tras estudiarlo durante mucho tiempo, los ministros de Economía y Finanzas reunidos en el ECOFIN han decidido volver a aplazar la reforma de una parte sustancial de estos mercados como son los fondos de riesgo en un ritual que anticipa un total abandono de cualquier tentación reformista. De esa parte del problema, escucharemos mucho ruido, pero amenaza con haber pocas nueces.
 Por su parte, los problemas vinculados con los desequilibrios entre la unión monetaria y la económica aparecieron ya en el propio proceso de negociación del Tratado de Maastricht en el que estuve como soldado de a pie de la delegación española. Fui testigo de las reticencias con las que se aceptó la independencia del Banco Central Europeo por exigencia alemana y de los avisos que ya entonces se hicieron sobre las dificultades que crearía una moneda única, con una política monetaria única sin tener, en paralelo, una política económica y presupuestaria única. Establecer compromisos entorno a límites de déficit y deuda pública es un parche cuando el presupuesto de la Unión representa el 1% del PIB (frente a más del 30% del presupuesto federal americano) y cuando las políticas económicas sustanciales en esta fase del crecimiento apenas si pasan de una tímida armonización.
 En esas condiciones, faltos de instrumentos complementarios suficientes, proceder a una unión monetaria significaba asumir muchos riesgos entre otros, el fuerte incremento de las desigualdades sociales en el seno de países que verían, como así ha ocurrido, que sus precios se unifican con la media de la zona euro, con mayor velocidad que los salarios y que el resto de elementos de políticas sociales compensatorias de base nacional. Solo los efectos beneficiosos de las bajadas en los tipos de interés asociadas a la creación del euro, pudo servir de efecto balsámico para disimular estos problemas que la crisis actual han vuelto a poner sobre la mesa.
 La cesión de soberanía monetaria que se ha producido, no acompañada de una cesión similar de política económica y presupuestaria, abre fisuras en el proceso europeo que amenazan con convertirse en eventuales puntos de ruptura. Eso es, exactamente, lo que han estado buscando los mercados monetarios, esos mercados monetarios que han provocado la crisis actual, mediante su ataque al euro con motivo de la crisis griega: el nivel de solidez de la unión monetaria europea. Se ha señalado que la posición presupuestaria de California no es mejor que la griega. Pero allí, las cosas están institucionalmente más claras y la solidez de los apoyos federales es conocida. Mientras, ambos aspectos, eran y siguen siendo una incógnita en la Unión Europea y los mercados se han dedicado a testar hasta donde llegaría la solidaridad de unos respectos a otros en el euro.
 Autoridad monetaria europea y autoridades presupuestarias nacionales y sin una Política Económica Común, constituye una combinación peligrosa desde el principio, que sólo peligra ante una recesión como esta que ha obligado a poner en marcha planes monetarios masivos junto a impulsos presupuestarios de entidad, sin una coordinación ni suficiente, ni suficientemente conocida. Entonces es cuando se hace evidente lo inconveniente de haber frenado la integración a favor de la ampliación europea, dando lugar, incluso, a un fortalecimiento de los poderes nacionales ante una Comisión políticamente diluida.
 En ese contexto, reforzar el carácter vinculante de determinados compromisos relacionados con política económica, es caminar a favor del sentido común. El método establecido a partir del Tratado de Maastricht para alcanzar la convergencia nominal necesaria para constituir el euro fue un éxito y debería aplicarse a otras políticas en sus cinco puntos: fijación de estrategias comunitarias; establecimiento de objetivos cuantitativos nacionales con plazos; mecanismo comunitario de seguimiento y medición de los mismos; ayudas para superar desviaciones y sanciones ante incumplimiento.
 La propuesta de constituir una especie de Fondo Monetario Europeo que represente para las políticas presupuestarias algo equivalente a lo que el Banco Central Europeo es para las políticas monetarias, ayudaría a dar solidez a la Unión, reforzaría los lazos internos empujándolos hacia la cooperación supranacional y acabaría con los movimientos especulativos externos por parte de mercados financieros especulativos. Un FME que podría aprovechar las ventajas que representa la Unión de cara a efectuar, por ejemplo, emisiones conjuntas o avales cruzados basando en ello su legitimidad para involucrarse más mediante acciones preventivas en las políticas presupuestarias nacionales que la Comisión con sus competencias actuales.
 Como se ve hay muchas tareas. Esperemos que las estén haciendo bien y que pronto podamos volver a abrir al público la Unión Europea. A partir de ahí, ya solo faltará que USA y China se enteren de que hemos abierto, para no repetir lo ocurrido en la Cumbre del Clima de Copenhague.

Un comentario

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enric doménech
24.03.2010 a las 21:53 Enlace Permanente

Oh Europa!
Así titulaba una serie de humor que nos acercaba a las particularidades de los pueblos y gentes europeas, desde una perspectiva lúdica, del viajero embutacado en un autocar.
Ya se sabe que los ‘tours’ en paquete cerrado, y más si es en autocar, son como son. Tele-dirigidos, apresurados, vertiginosos, y con poca intensidad en los momentos, dado lo fugaz de su trayecto. Muchos lugares en poco tiempo.

Europa parece haber estado viajando en uno de estos ‘tours’, o al menos nuestros representantes europeos. Algunos de Europa, solo conocen los descuentos en los billetes de las líneas aéreas, y el teléfono de algún conductor de vehículos de alquiler, que les hace el servicio, del aeropuerto al apartamento, y/o al Parlamento.

Bajar, lo que se dice bajar del autocar; pocos lo han hecho. Si lo hicieran con mayor asiduidad, habrían visto que el nivel de vida, o de protección social, o de los salarios, no es el mismo, ni de lejos en las diferentes ciudades y regiones que configuran nuestra ‘casa común’.
Sólo los precios de referencia en los productos de consumo, son los mismos en todos los territorios.

Y emulando otro programa, más actual de la televisión, … ¿Qué tal si durante ’21 días’, vivieran como un mileurista español? Pero en Francia, o en Holanda, o en Italia. O simplemente, siéntense a charlar con algún ‘erasmus’, que ha sobrevivido en alguna universidad de alguna ciudad europea, lejos de la familia, pero gracias a ella. Porque si hubiera tenido que vivir de la ayuda pública, nos vuelven tod@s sílfides, u ‘okupas’.

Tal vez sea una cuestión generacional, y la mía está a caballo entre el antiguo y el nuevo ‘testamento’. Ha muerto el rey ¡viva el rey!… y yo ‘republicano’ jod…..

El modelo Federal, no es la panacea, pero es probablemente el menos malo de los sistemas conocidos. Y si dejamos los falsos patriotismos, chovinismos, y miopías ideológicas y políticas, apartados de cualquier tentación, lejos de nuestros pensamientos; tal vez, sólo tal vez, avistemos un pequeño claro en el bosque europeo. Y así construir allí nuestra ‘casa común’. Sin barreras, pero con cobijos. Sin cerraduras, pero con seguridad. Con respeto y sin miedos a ser más y mejores. Aprender a vivir y ser políticos, desde una perspectiva global, y singular a la vez. Un danés cocinando una paella, con un valenciano que bebe cerveza danesa. ¿Lo entienden? No somos tan distintos, como algunos se empeñan en hacer creer.

Un abrazo, y me largo a preparar la cena,

enric doménech

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