Cambio de carril. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 1:09 pm

Llevo semanas defendiendo, entre mis amigos, la reforma laboral del Gobierno y cada vez me resulta más difícil. Sin duda para facilitar la posterior tramitación como Ley, pero hemos visto de nuevo el baile de la yenka: se propone una cosa, se filtra otra, se aprueba otra y, al final, acaba todo en otro sitio, para volver al principio. Así, el borrador rebajaba los globos sonda y el texto aprobado, todavía empeoraba al borrador.
He propugnado, en esta misma columna, la necesidad de una reforma urgente del mercado de trabajo. Incluso, me reconozco en la música y en parte de la letra del Decreto-Ley. Sin embargo, algo me empuja a decir, en voz baja, no es esto, no es esto. Aunque, claro, solo tendremos una posición clara cuando dispongamos de un texto definitivo, tras meses de tramitación parlamentaria y ahí radica una parte del problema: si, como ha dicho la vicepresidenta económica, el objetivo de todo lo que se hace es ganarse la confianza de los mercados, no se si esto ayudará.
Una reforma laboral debe traducir el crecimiento en más empleo de calidad, a la vez que permite destruir menos empleo cuando hay problemas. Solo si entendemos que los cuatro millones de parados que tenemos, están directamente relacionados con el 30% de trabajadores precarios que teníamos cuando la expansión, sabremos por donde debe ir la reforma: alterar el atractivo relativo de los contratos temporales frente a los indefinidos e introducir flexibilidad entre dos extremos: o bien estar empleado a tiempo completo, o en paro.
Desde el punto de vista de la contratación se ha rebajado el coste de la indefinida, a la vez que sube el de la temporal. Bien. En la buena dirección. Pero, tal vez de manera insuficiente: los contratos por obra o servicios siguen siendo demasiado largos, se habla poco de la concatenación de contratos temporales y no se sabe si al final, se incrementa la cotización social en aquellas empresas que abusan de ellos. Por el otro lado, es un avance la extensión del contrato indefinido con 33 días de indemnización por despido improcedente, pero no se mejora el contrato a tiempo parcial ni el fijo discontinuo que ofrecen soluciones muy interesantes para nuestra estructura productiva.
Desde el punto de vista de lo que sucede durante la vida de los contratos de trabajo, apenas si cambia ningún aspecto importante en lo relativo a movilidad, flexibilidad y negociación colectiva. La rigidez de las normas laborales a nivel de empresa seguirá siendo un obstáculo para nuestra capacidad de competir y reaccionar de manera proactiva a un mundo global tan competitivo como este. Es verdad que los sindicatos tienen algunos buenos ejemplos de flexibilidad adaptativa. Pero me temo que son aislados y sólo en empresas muy grandes. Incluso el asunto de la cláusula de descuelgue, estaba mejor abordado en los borradores y, todo ello, queda muy lejos del modelo alemán que nos han obligado a aprender en balde.
Permitir que una empresa con dificultades económicas objetivas  pueda despedir a la mitad de la plantilla manteniendo a la otra mitad, en lugar de esperar a que quiebre del todo enviando al cien por cien al paro, fue ya un objetivo de la reforma laboral de 1994. Era la famosa cláusula económica que permitía despedir de forma justificada con 20 días de indemnización. Quince años más tarde, los problemas crónicos de nuestra lenta justicia, unido a la manera en que se ha ejercido la tutela judicial sobre estos casos, los ha convertido en impracticables, como prueba que, en plena crisis, la inmensa mayoría de empresarios prefieran un despido improcedente express que, aunque caro (45 días) es rápido. Corregir esto, era importante para salvar una parte del empleo en situaciones difíciles. Pues bien, ni consultando a dos buenos laboralistas (lo he hecho), resulta fácil entender lo que se propone en este punto y en qué mejora la situación actual. Da la impresión de que a falta del trámite parlamentario, el asunto de las causas objetivas de despido, se aborda, pero se aborta, en el texto aprobado por el Gobierno.
Si entramos en asuntos horizontales, hay dos que me resultan llamativos: el modelo austriaco y la intervención del Fogasa. El primero ha pasado de ser “la estrella de la reforma” a desaparecer, de momento, del firmamento. En realidad, por lo que se conocía, debería verse en el Pacto de Toledo porque era más bien un plan individual de pensiones mediante capitalización, rescatable en caso de desempleo, como son ya los actuales planes de pensiones. Por ello, nunca entendí el carácter angular que se le quiso dar, vinculado a esta reforma.
En segundo lugar, me cuesta explicar qué pinta el Fogasa, ejemplo de buen funcionamiento de lo público, creado para garantizar salarios de trabajadores de Pymes que quiebran, financiando 8 días del coste del despido en cualquier supuesto y a todas las empresas. Puedo entender que, en un momento de la negociación, el Gobierno hiciera un gesto de “partir las diferencias”, asumiendo  desde lo público una parte de los costes privados a cambio de lograr un acuerdo. Pero mantenerlo sin existir acuerdo, altera mi manera de entender estas cosas.
Por último, una de las propuestas más atractivas, se ha diluido con el tiempo. Me refiero al análisis de la eficacia de las subvenciones a la contratación en un intento de suprimir las que no hayan sido útiles, reforzando las que sí, por ejemplo en jóvenes. Desconozco los resultados de la evaluación pero la reordenación de subvenciones ha quedado en menos de lo esperado y, posiblemente, de lo necesario.
La propuesta apunta maneras. Lo importante, está casi bien. Pero el dibujo final está deformado y mientras el discurso va por un lado, el articulado va por otro. El problema hoy no es, como decía el líder de la UGT, que el Gobierno haya cambiado de carril. Es que ha sacado al tren de vía muerta pero, en espera de apoyos parlamentarios, no sabemos todavía adonde vamos. Eppure, si muove.

3 comentarios

001
Simply Red
21.06.2010 a las 14:18 Enlace Permanente

Ya, Eppure, si muove… pero en sentido contrario y que descarrila sobre el trabajador, seguro.

002
magda
23.06.2010 a las 19:11 Enlace Permanente

El Señor Crespo, creo que se llama así la persona que asesora en el programa de Iñaki Gabilondo, dijo ayer muy claro» al margen de ideologías, la reforma laboral tiene que abaratar los sueldos para crear empleo, y hacer empresa» más o menos entendí.
Si no hay más remedio que bajar los sueldos,¿por qué no se negocia las horas de trabajo 35 o menos, más vacaciones, ayudas a los hijos, formación, ayuda al alquiler, etc.
No queremos el horario chino ni la esclavitud china.
Hacer empresa es fortalecer el factor humano, eso no se plantea, solo se especula en usar y tirar al empleado y eso ocasiona un desastre absoluto.Con lo cual:
No és el mateix,un pessic de pa, que pa de pessic.

003
JJ
24.06.2010 a las 19:02 Enlace Permanente

Una vez más estamos contemplando una subasta a la baja de los derechos sociales. El tema es: tenemos que ser más competitivos que Francia, Reino Unido, Canadá… y esto nos está llevando a destruir el Estado del Bienestar. O nos ponemos todos los socialdemócratas de acuerdo para globalizar la socialdemocracia o dejemos de quejarnos ya de una vez porque lo único que conseguiremos es amargarnos más.

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