Las cajas pueden no ser cuadradas. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 9:38 am

Quizás un poco tarde y un poco escaso, pero ya tenemos en España un Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria que se presenta a convalidación parlamentaria la próxima semana. Mucho antes de que la vicepresidenta segunda señalara, en su primera comparecencia en la Comisión de Economía, la necesidad de reestructurar nuestro sistema financiero, el asunto ya estaba sobre la mesa.

Aunque al principio se dijo que el sistema financiero español era inmune al estallido de la burbuja internacional, la llegada de la ola tóxica activó nuestros propios problemas patrios en forma de excesiva concentración de riesgos en la construcción y una necesidad creciente de refinanciación de préstamos en mercados mundiales que se cerraban de golpe. Ello no afectó a todos por igual y pronto los cuatro grandes, dos bancos y dos cajas, vieron la oportunidad de aclarar el panorama interno mediante la desaparición de algunos competidores peor posicionados.

La verdad es que hemos aguantado el primer embate de la crisis mucho mejor que otros países europeos y que Estados Unidos. Haber resistido bien es, sin duda, motivo de orgullo relativo para el país y para sus instituciones. Que el Banco de España y su regulación prudencial sea objeto de estudio como modelo en otros países, está bien. Muy bien. Pero cuidado, no acabemos muriendo de éxito, porque los problemas internos crecen y tienen todavía un largo recorrido por delante.

El esfuerzo realizado para hacer frente al tsunami mundial nos ha dejado agotados, sin reservas, justo cuando la segunda vuelta del problema, derivada del incremento de morosidad asociado a la recesión y al paro, amenaza con golpearnos con mucha más virulencia que al resto. Además, la situación competitiva de nuestro sistema financiero corre el serio riesgo de deteriorarse en pocos años frente a entidades bancarias de otros países, que están siendo sometidas a una profunda operación de puesta a punto con cargo al dinero público de la que van a salir renacidos, dispuestos a recuperar pronto su posición de predominio internacional.

Todo eso junto explica las bajadas en los ratings de solvencia efectuadas por las agencias internacionales para más de 30 entidades financieras españolas, en situación menos sólida ahora que hace un año, pero más que el próximo.

Aceptemos pues que necesitamos una reconversión en el sector financiero español con el objetivo fundamental de incrementar fondos propios (solvencia) después de los varios planes puestos en vigor en los últimos meses para sostener su liquidez. La primera reflexión al respecto es que no estamos ante una industria cualquiera, sino ante un instrumento imprescindible para el resto de la sociedad. Dicho de otra manera, la reestructuración financiera puede perseguir, o no, reducir capacidad (oficinas y personal). Puede buscar, o no, recortar el número de entidades incrementando el tamaño medio de las que queden. Puede requerir, o no, cuantiosos apoyos públicos. Pero hay dos cosas que son exigibles, de todas todas: la primera, garantizar que no se interrumpe, incluso que se incrementa, el flujo de crédito hacia el resto de la sociedad; y la segunda, aprovechar para modificar las normas que regulan la actuación de la mitad del sistema financiero español, es decir, las cajas de ahorro.

A pesar de la fortaleza relativa de nuestro sistema financiero en las turbulencias por las que ha atravesado el mundo, España ha padecido la misma sequía crediticia que el resto de países con bancos intervenidos, quebrados o nacionalizados. Hay datos, como la encuesta que realizan las Cámaras de Comercio, o incluso oficiales, que permiten sustentar la tesis de que hemos padecido mayores restricciones de crédito que en otras partes, hasta el punto de que muchas empresas saneadas y viables han quebrado aquí por problemas de liquidez inducidos desde el sector financiero.

Si las dificultades de nuestros bancos y cajas eran, como se decía, de menor entidad que en otros países, y si también desde el Gobierno español se pusieron pronto en marcha planes millonarios de acompañamiento a las sucesivas inyecciones impulsadas desde el Banco Central Europeo para garantizar la liquidez, ¿por qué nuestras familias y empresas han tenido los mismos o más problemas para financiarse que en países con peores sistemas financieros? ¿Se ha debido a nuestra toxicidad específica que cubrimos con el manto genérico de «la construcción»?

Desde esa perspectiva, aclarar en qué medida el FROB ayudará a ampliar y mejorar el acceso al crédito de nuestras empresas y familias será, sin duda, fundamental para combatir los efectos negativos de esta negra crisis económica.

El otro objetivo tiene que ver con la normativa de las cajas en un mundo en que toda la regulación financiera está siendo sometida a revisión a partir del impulso dado por la Administración Obama. No encuentro ninguna razón para pensar que la crisis haya cuestionado el modelo jurídico de nuestras cajas de ahorros. En verdad, lo que ha cuestionado es el carácter privado de entidades financieras demasiado importantes para quebrar, que se han sostenido en otros países con importantes ayudas públicas.

Por tanto, no abramos, con excusa de la crisis, el melón de la privatización de las cajas, porque podemos acabar discutiendo, con mejores argumentos, sobre la nacionalización de la banca. Sin embargo, con el objetivo de dar mayor libertad de actuación a los responsables de las cajas, deberíamos aprovechar para modificar, al menos, tres limitaciones existentes en la actual Ley de Cajas (que contribuí a pactar desde la oposición): una, impulsar las cuotas participativas como instrumentos de fortalecimiento de recursos propios en momentos en que es crucial conseguir su urgente incremento. Dos, suprimir las restricciones políticas a las fusiones entre cajas con sede en distinta Comunidad Autónoma; y tres, eliminar las prohibiciones sobre actuaciones conjuntas entre Cajas y bancos, con objetivos comunes y sin mediar compraventa mutua.

Hay varias maneras de hacer buenas y útiles cajas de ahorro. Pero convertirlas en bancos públicos de desarrollo regional, aunque sería una opción querida por la banca, resultaría empobrecedor respecto a las posibilidades y a las necesidades de nuestra economía global.

3 comentarios

001
magda
06.07.2009 a las 22:14 Enlace Permanente

El melón está en manos de Aznar, que quiere abrirlo, privatizando las cajas.
Yo soy una simple ciudadana que no entiede de tantas medidas, y como yo miles.
¿Sería posible que alguien hable para nosotros?…digo yo.
¿Que está pasando con la CEOE que no explica sus movimientos claro y alto’?.
Tengo constancia que el despido libre ya está en este país, pero ya !gratis¡ sería el colmo…
Un saludo

002
enric doménech
08.07.2009 a las 14:55 Enlace Permanente

Cajas, Bancos, domicilio fiscal, tributación, exenciones, … agencia de colocación, paraguas de influencia, toma y daca de favores, cliente preferencial, proyectos públicos, … En cualquiera de los casos, el capital es privado, lo que cambia es la titularidad de las acciones de dominio y/o representación.
Las entidades financieras manejan el dinero de tod@s, generando negocio bancario; esto es, prestando a cambio de unos réditos.
La incidencia de las diferentes crisis en las entidades financieras, ha sido diferente en cada una según el grado de concentración de sus inversiones. Recordemos sino, Banesto, su crisis, y la crisis del sector industrial. Ambas viajaron juntas de la mano.

Desde los años ’90, el Sr. Blesa, pedía una menor influencia y representatividad de las Administraciones en el consejo de administración de las Cajas de Ahorro (Caja Madrid en su caso), y el tiempo ha demostrado cuan importante son estas herramientas financieras, esclavas de la voluntad de los líderes políticos (Sra. Aguirre, …).

La sindicación de acciones (CC.OO.-banca) en los consejos de administración por parte de los empleados, ha sido la excepción, más que la norma. Una ligera forma de socialización y/o cooperativismo de las fuentes de financiación. Y al menos a mí, ésta forma de influir me parece mucho más fundada constitucionalmente hablando.

Muchas corporaciones, mantienen su sede social y fiscal, que no la operativa en las ciudades y comunidades autónomas de origen, por cuestiones políticas, fiscales, o personales. ¿Qué no captan los recursos por todo el territorio nacional, y el mercado internacional? ¿Qué no tienen casi tod@s sucursal en paraísos fiscales? ¿Qué los dueños de las acciones y títulos de las corporaciones y entidades, no son fondos de inversión mundiales?

Ni el dinero tiene dueño, ni se le puede poner vallas al campo financiero. Sólo intentar controlar sus movimientos para que sean lícitos, ordenados, y respetuosos con el orden internacional.

Políticamente se manejan los sentimientos, de cara a la galería para fomentar las pasiones o las fobias en contra o a favor de según que inversor, o según qué alianza entre similares.

Las Cajas tienen un ‘input’ social muy importante. Están obligadas por Ley a destinar un porcentaje de sus recursos y beneficios a fines de interés social. Los Bancos, utilizan estos mismos fines, para desgravar su factura fiscal.

Pam dalt, pam baix, tan si val, que val el mateix. “els diners, busquen el diners, xiquet, no t’enganyes!”.

003
PacoM
11.07.2009 a las 21:32 Enlace Permanente

Aunque sea muy loable tu intención, Jordi, las Cajas de Ahorros se han convertido en un instrumento político y por ello jamás se recuperarán de ese hedor, mientras no se adopten medidas profesionales. Y en estos momentos en que hasta el Banco de España es claramente partidista no parece fácil que la cosa cambie.
Con las Cajas pasa periódicamente como con los promotores inmobiliarios. Cuando parece un negocio seguro todo el mundo se mete a promotor y así pasa lo que pasa. Todas las Comunidades tienen sus cajas y hasta las Diputaciones quisieron tenerlas, pero la crisis de los 90 se las llevó por delante. Ahora hay que depurar y reducir. Lo exige el mercado porque las circunstancias han cambiado. No somos los únicos. En muchos otros paises han pasado por circunstancias similares. Basta mirar a USA y a Japón.
Lo que bajo ningún concepto resulta admisible es que con dinero público no se actúe con total transparencia. ¿No es una auténtica barbaridad dedicar 9.000 Millones de euros a sólo una caja de las características de CCM? ¿Y de responsabilidades qué?
Si el Banco de España recibe información sobre el sector de la inversión y se hicieron recomendaciones para corregirlo, ¿ahora qué?. Si para evitar la concentración en clientes se han utilizado sociedades innterpuestas y al final se destapa el cotarro, ¿quién exige responsabilidades? Si una empresa auditora advierte de que no va firmar porque los datos no son reales a pesar de que le autoricen todo tipo de salvedades porque al final lo que importa es que se diga que la Auditoría está hecha aunque sea un auténtico fraude, ¿estamos o no ante un delito?
Mientras la política todo lo corrompa, porque al frente de las Instituciones haya personas que actúan en función del carnet de su partido ésto no tendrá solución.
Tenemos un Gobierno que no gobierna y una oposición que no apoya. Hay que hacer limpieza general y tienen que empezar a dimitir todos los elegidos a dedo que no han cumplido con su función. El primero el Gobernador del Banco de España que no ha estado a la altura de las circunstancias. En las próximas elecciones, confiemos que el desgaste sea tal que se adelanten, nos libraremos de ZP y confiemos que el nuevo Gobierno sea de auténticos profesionales, aunque no tengan el piquito de vendedor de humo de los actuales.
Ya sabes que ahora son partidarios de la reforma laboral, según ha declarado Octavio Granado. Pero eso sí, aunque han dejado de convertirla en anatema porque ya no implica reducción del coste del despido ni menos protección social para los trabajadores, tienen que conseguir el encaje de bolillos que es poner de acuerdo a Sindicatos y Empresarios. ¿Entonces, para qué tenemos un Gobierno, un Poder Ejecutivo? Y es que cuando se pone a gerenciar un pardillo, como dijo Joselito El Gallo, «lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible».

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