2009
La derecha, ¿gestiona mejor esta crisis? (Publicado en Mercados de El Mundo)
Los resultados electorales del pasado domingo señalan que los europeos confían más en los partidos de derecha para gestionar la salida de la crisis. Los votantes han respaldado de forma mayoritaria al Partido Popular Europeo y a los gobiernos de derecha, mientras a los abstencionistas tanto les da. Así, y a diferencia de lo que ocurrió en Estados Unidos con la victoria de Obama, Europa se entrega en manos de los partidos de derecha para solucionar la gravísima recesión que padecemos. Esta constatación es novedosa pues ha sido la izquierda la encargada de arreglar los desperfectos del sistema capitalista. Pero también resulta paradójica si tenemos en cuenta que han sido los principios neoliberales los que han precipitado la crisis y que las medidas anticrisis más exitosas se basan en consolidados principios socialdemócratas, como mayor gasto público, déficit presupuestario e intervención del Estado en la economía.
Pocos dudan de que las políticas que han conducido a la recesión económica actual se han derivado de creencias ideológicas más cómodamente asumidas por la derecha: desregulación de los mercados financieros internacionales, confianza ciega en la capacidad de autorregulación del sector privado, retirada de lo público como cuestión de principios, confianza en la bondad colectiva del objetivo individual de búsqueda del máximo beneficio propio. La crisis, con sus gotas de codicia, de avaricia y de fraudes, se produce en un contexto de larga hegemonía neoliberal. Sin embargo, en la lucha contra las consecuencias de esa crisis, todos los gobiernos están utilizando al Estado para contrarrestar las deficiencias e insuficiencias del mercado. No sólo se está tirando del gasto público para suplir la atonía de la demanda privada y utilizando instrumentos monetarios o bancarios públicos para desatascar las cañerías del crédito privado. Es que se está nacionalizando bancos e interviniendo en empresas privadas y en mercados claves como la automoción.
Si las políticas más de derecha son las que han propiciado la crisis financiera, están siendo las políticas más de izquierda las que se están utilizando para hacerle frente. Pero los europeos quieren que sean los partidos de derecha quienes gestionen la situación, aunque tengan que aplicar políticas socialdemócratas con algunas gotas xenófobas de esa extrema derecha ascendente.
En el caso de España, donde seguirán los socialistas gestionando las cosas, las elecciones deben analizarse como el resultado del choque de dos fuerzas encontradas: la hiperactividad del Gobierno tras el cambio de ritmo, tanto aprobando medidas como anunciándolas y, por otro lado, la preocupante sensación, que crece en ámbitos cualificados nacionales e internacionales, de un quietismo gubernamental confiado en el tono verduzco, apenas intuido, de los nuevos brotes. Si descartamos interpretaciones sectarias, sólo se me ocurre una explicación a esto último: sobre algunos asuntos fundamentales, se está pasando de puntillas, mientras que se concentra todo el fuego en otros temas, como la Directiva de Servicios o la Ley de Puertos, importantes, pero que no tienen que ver con la crisis. Daría la impresión de que, para mucha gente, los problemas acuciantes percibidos en España están en un sitio, mientras que las respuestas ofrecidas por el Gobierno se sitúan en otro lugar distinto. Ilustraré esta tesis con tres ejemplos.
Después de que la vicepresidenta económica reconociera la necesidad de proceder a una reconversión del sector financiero, se ha hecho público un estudio de PwC, según el cuál, hay un exceso de oficinas del 30% y una necesidad de recapitalización que puede llegar a 70.000 millones. En paralelo, se ha confirmado la existencia de una sequía crediticia excesiva y se han reconocido las serias limitaciones para que las ayudas del ICO logren traspasar la barrera bancaria hasta llegar a sus destinatarios. Si, como se dice, llevamos desde febrero pendientes de aprobar la hoja de ruta de la reestructuración del sector, retrasarlo mucho más es dejar a nuestras empresas y familias injustificadamente carentes de liquidez y aceptar que la banca extranjera vaya ganando posiciones competitivas tras sus intensos planes de saneamiento con recursos públicos.
Que la crisis no haya tenido su origen en el mercado laboral no quiere decir que no debamos buscar, ahí también, soluciones para evitar la destrucción de empleo que sufrimos como consecuencia de nuestra peculiar estructura productiva. Agrupados en torno a dos manifiestos con posiciones enfrentadas, más de 300 expertos están debatiendo una reforma del mercado laboral que permita ir cerrando las cinco brechas existentes, según ha señalado el Consejo Económico y Social: fijos y temporales, jóvenes y viejos, mujeres y hombres, nacionales e inmigrantes, cualificados y no cualificados. Con más de cuatro millones de parados, cubrir este asunto bajo el manto de un diálogo social clandestino es lógico que genere inquietud.
Último ejemplo: cuando, a pesar de todos los esfuerzos realizados con las pensiones, una encuesta del Imserso señala que, en nuestro país, el 31% de los jubilados recibe ingresos por debajo del indicador europeo de pobreza, y otro porcentaje está peligrosamente cerca del mismo, la renovación del Pacto de Toledo no puede demorarse más. Sobre todo cuando las líneas maestras han sido explicitadas ya a la prensa por el secretario de Estado y nos encontramos ante un asunto delicado en el que las distancias entre partidos no son grandes y hasta los sindicatos han aceptado que la Seguridad Social pueda complementar su financiación con ingresos distintos a las cotizaciones, abriendo la puerta, con ello, a una sustitución de las mismas por imposición general como reclama, por ejemplo, el Consejo Superior de Cámaras de Comercio en sus Propuestas ante la Crisis.
Puede que todo sea un problema de esperar, de tiempos. Pero resulta cada vez más urgente que la derecha española vaya enseñando sus cartas sobre estos asuntos si aspira, de verdad, a gestionarlos no sólo en Estrasburgo, sino aquí.
15.06.2009 a las 11:33 Enlace Permanente
No sé si la gestionará mejor, pero peor es muy, pero que muy complicado… Como ya se vaticinaba (sí, resulta que tantos pesimistas no eran tal, sino simplemente gente que sabía lo que se avecinaba), los «brotes verdes» han fallecido (si es que alguna vez existieron»), y empezáis (y digo empezáis, porque seguro que no acaba aquí), a subir los impuestos para pagar los millones que se están tirando en tantas tonterías…
Seguro que a todos los que están echando innumerables cuentas para ver cómo llegan a fin de mes les hace una ilusión grandísima eso de que les suban de golpe la gasolina, por decir algo (y todo lo que se transporte). ¿Por qué no lo hicisteis ANTES de las elecciones?
Y aún habrá i… que os defiendan…
15.06.2009 a las 14:19 Enlace Permanente
Si.
15.06.2009 a las 22:57 Enlace Permanente
La derecha ridiculiza mejor la crisis.
La derecha se columpia en los fracasos de los financieros.
La derecha escurre el bulto.
La derecha habla de los trabajadores sin tan siquiera mirarnos a la cara.
La derecha no quiere ni muerta «ahora» el poder, porque sabe que esto es un quilombo.
La derecha no cumple con su moral y convierte los casos de corrupción en cuestiones de honor,
Lo que pasa que la derecha está borracha de tantos éxitos.
La derecha lleva el timón de Europa, pero Europa está sin fuelle.
La derecha, señores es la derecha, y no hay vuelta de hoja.
Un saludo
magda
16.06.2009 a las 18:07 Enlace Permanente
Ahí están los resultados. Cada uno de nosotros puede interpretarlos como le parezca. Y desde mi punto de vista no son hoy en día los sistemas o las políticas desde el punto de vista ideológico las que se identifican con la situación sino las personas. Si no fuese así no asistiríamos a los permanentes espectáculos que se nos están suministrando a diestra y siniestra.
¿Para qué elegimos a unos representantes si no para que de entre ellos se decida quién asume las funciones de Presidente del Gobierno y elija a sus miembros? Nadie ha votado a Bibiana Aido para que sea Ministra, ni siquiera a Maria Teresa Fernández de la Vega y menos aún a Elena Salgado para que sea Vicepresidente segunda o que Chaves sea Vicepresidente tercero.
Pues bien, lo que es evidente es que los Gobiernos presididos por Rodriguez Zapatero no nos satisfacen. Y es lógico. ¿Cuál era el peso político de ZP antes de ser Secretario General del PSOE? ¿Alguien sabía algo de él? Y lo que es peor, ¿qué opinión tenemos pasados cinco años de gobierno? Ahora tenemos a los pesos pesados del PSOE en el Gobierno, tenemos a su Presidente (Chaves), a su Secretario General (ZP) y a su Vicesecretario General (José Blanco). Pues no parece que el PSOE actual tenga capacidad para digerir esta crisis y aún más cada día que pasa lo que nos queda es la sensación de que mientras permanezcan en el Gobierno las cosas irán a peor.
Hemos llegado a un momento en que cuando habla el PSOE, por ejemplo a través de su Secretaria de Organización, Leire Pajín, nos parece escuchar al Gobierno y cuando habla alguien del Gobierno parece como si se estuviera dirigiendo a sus militantes en exclusiva.
Por tanto, no es tanto que la derecha gestione mejor, sino que sus mensajes no son tan dogmáticos.
Desde mi punto de vista la crisis tiene que ver con los pocos escrúpulos de los que están al frente de las empresas, quienes tal vez por eso llegan, y la poca fuerza del Poder Ejecutivo, del Gobierno, para que se respeten unas mínimas normas llámense de regulación, de supervisión, de control. Esa también es tarea del Gobierno.
Por que cuando habla el Gobernador del Banco de España, elegido de entre las destacadas filas socialistas, ¿me lo tengo que creer o no me queda más remedio que pensar que le está echando una mano a quien le ha nombrado a dedo?
¿O es que se han terminado los verdaderos profesionales de este país? ¿No se puede dar un enfoque profesional si se es miembro del partido?
Es evidente que el sistema nos está frustrando a todos y necesitamos respirar. Tal vez por ello nadie quiere ni oir hablar de UPyD, ese tercer partido tan necesario para que ponga a todo el mundo a trabajar si no quieren perder las ventajas de la mayoría, y que debe ocupar como mínimo el puesto de bisagra que jamás deberían ocupar los nacionalistas, sean del signo que sean.
17.06.2009 a las 22:41 Enlace Permanente
Sin ánimo de hacer de la anécdota categoría, un ejemplo de un perfil tipo que me pilla bastante cerca:
- Mi padre tiene 52 años y estudios básicos (no acabó el bachillerato)
- No tiene ni idea de lo que significa la palabra «neoliberal» y, si alguna vez la ha oído, desde luego no la asocia con la derecha. La palabra «conservador» sí le suena a derechas, pero lo de liberal, y encima «neo», no tanto.
- En su día fue votante de Felipe, en los 80. Sin embargo, la palabra socialdemócrata le suena bastante lejano. Por desgracia, es de los que aún equipara «socialista» a «chorizo». Lo máximo que está dispuesto a admitir es que todos son iguales.
- Está convencido de que, en época de crisis, hay que dejar gobernar (atención al verbo, que no es casual) a la derecha porque son los que tienen el dinero y, por lo tanto, los que pueden generar empleo (cómo llega a semejante conclusión, lo ignoro).
La gente sin estudios universitarios, ni son politólogos ni entienden de economía más que las nociones básicas, y se pierde en determinados conceptos. Yo milito en el PSC, y la campaña que hicimos consistió básicamente en inundar las calles con carteles de Aznar, Berlusconi (les sonaba de algo), Bush (¿pero eso no se había jubilado?) y creo que Kazinsky aunque no podría asegurarlo (un tipo con cara de pan que nadie sabía quien era). Me he hartado de que me pregunten si había crisis cuando gobernaba Aznar, y se me ha quedado la lengua seca de explicar que se pusieron las bases para el castañazo económico que nos hemos pegado. Sobra decir que no sirvió de mucho.