Pues hablemos de 2025, (publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 10:10 am

En un intento de poner fin a la polémica de esta semana sobre las pensiones, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, ha dicho que hablemos del 2025 y dejemos de hacerlo de 2009. Me apunto. Entre otras cuestiones, y de ahí lo absurdo de la discusión sobre el resultado de las cuentas a corto plazo entre el gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, y el propio ministro, porque seguramente ambos tendrán razón, ya que uno contará el resultado en términos de caja y el otro, en términos de contabilidad nacional. ¿Recuerdan «la caja y el devengo» de Josep Borrell? Pues eso.

Vayámonos, por tanto, al 2025, y expongamos la situación de nuestro sistema público de pensiones en esas fechas. Si representamos a nuestra Seguridad Social como una recta que empieza a la edad legal de trabajar y finaliza con nuestro fallecimiento, hay un punto de inflexión en los 65 años. Antes de ese punto, se sitúan los ingresos del sistema y después de él, los gastos.

El objetivo es asegurar que haya recursos suficientes para cubrir los gastos en función de cómo evolucionen ambas variables. Los ingresos dependen de tres factores: el número de cotizantes, la cotización media y los años de cotización. Por su parte, los gastos dependerán, también, de tres variables: el número de pensionistas, la pensión media y la esperanza de vida.

Todo el mundo está de acuerdo en que en 2025 habrá más pensionistas que ahora (por razones demográficas) y, además, cobrarán sus pensiones durante muchos más años, dado que viviremos más. Por otro lado, al estar cotizando hoy sobre sueldos mayores, también tendrán derecho a recibir una pensión media mayor que la existente hoy. Es decir, todos coincidimos en que el gasto en pensiones será entonces muy superior al actual. Algunos dicen que duplicará, en relación a nuestro PIB, la cifra de hoy, pero, en todo caso, más gasto.

Por el lado de los ingresos hay más incertidumbres, pero también algunas cosas claras. Es dudoso cómo evolucionará el número de cotizantes en España, ya que depende de hechos ciertos (de nuevo, pirámide poblacional) y otros discutibles: cuántos querrán trabajar y podrán hacerlo, así como de la evolución de la inmigración.Pero todo el mundo reconoce que lo más probable es que el número de cotizantes crezca menos que el de pensionistas, incrementando la tasa de dependencia.

Además, tenemos que suponer también, que los cotizantes de un país más rico y productivo, como sin duda será el nuestro dentro de algunos años, aportarán al sistema sobre unas bases salariales mayores que las actuales. Por último, la evolución de los años durante los que se cotiza es objeto de muchas dudas, ya que no hay un acuerdo sobre cuál es el impacto sobre el mercado laboral de la nueva economía. Podemos encontrarnos con más gente trabajando menos tiempo o años alternos. O no.

Con esos elementos, cuya cuantificación se puede hacer de manera razonablemente consensuada pero siempre sometida a elementos imprevisibles, todo el mundo coincide en que debemos trabajar sobre la hipótesis de que, a medio plazo, el peso de los gastos será superior al de los ingresos de manera divergente, con un ángulo de divergencia sobre el que no hay acuerdo. Unos son más optimistas que otros, pero todos, repito, todos, reconocen que, de no hacer nada, tendremos problemas más o menos graves para el entorno de 2025.

No es la primera vez que ocurre esto. Huyamos del adanismo. Si existe el llamado Pacto de Toledo es precisamente porque una situación parecida fue detectada a mediados de los años 90 del siglo pasado y se aprobó un conjunto de medidas, graduales y eficaces, que han alargado la solvencia del sistema desde entonces.También se detectó una situación parecida a mediados de los 80, salvo que entonces, en lugar de buscar un amplio consenso político como se hizo y se mantiene con el Pacto de Toledo, el Gobierno adoptó las decisiones de manera unilateral provocando una fuerte tensión social y sindical.

Y desde entonces sabemos cuál es el abanico posible de medidas a adoptar. Las agruparé en activas y restrictivas. Entre las activas, fomentar la incorporación de cotizantes sobre la evolución normal (mejorando el empleo, el acceso de los colectivos infrarepresentados en el mercado laboral, como las mujeres, y la inmigración regular), mejorar los sueldos y salarios para que aumente más la cotización media y . . . poco más.

Entre las restrictivas, las opciones son mayores: incrementar los años efectivos sobre los que se cotiza (eliminar jubilaciones anticipadas y prohibir aquellas anteriores a la edad legal; hoy, la edad media de jubilación es 63,5 años, por debajo de los 65 legales), reducir los años efectivos en los que se cobra pensión (modificando la edad legal de jubilación relacionándola con la esperanza de vida o mantenerla, pero incentivando que cada vez más personas retrasen de manera voluntaria su jubilación), reducir de manera gradual la pensión media a cobrar en el año 2025 sobre la que se cobraría de no adoptar ninguna decisión restrictiva (por ejemplo, modificando los años de cálculo de las pensiones, como se ha hecho hasta ahora, que pasó de dos a ocho y a quince años) y poco más.

Bueno, salvo incrementar los ingresos futuros del sistema subiendo cotizaciones o, como propuso el profesor Zubiri en la Comisión, y yo comparto, rompiendo la exclusividad actual que los limita a las cotizaciones. Me explico. Se puede integrar de manera paulatina a la Seguridad Social en el conjunto de la Hacienda Pública, haciendo confluir cotizaciones con impuestos y pensiones con gasto público general. O también, se puede dedicar a la Seguridad Social sólo a gestionar pensiones de jubilación, traspasando el resto de prestaciones (viudedad, orfandad, etc.) a los Presupuestos Generales del Estado.

Como se ve, hay materia de debate necesario, sensato y razonable entre distintas opciones que no son neutras desde el punto de vista económico ni social. Y es mucho lo que los políticos tenemos que decidir. Acordemos cuanto antes en el Pacto de Toledo las reformas a hacer y sólo así daremos tranquilidad a los ciudadanos y pondremos fin a las polémicas innecesarias.

3 comentarios

001
enric
27.04.2009 a las 16:54 Enlace Permanente

hum… tambien es mala leche hablar de este tema cuando voy a cumplir los 60 años, parece que los de la opinion publica estan intentando fastidiar esta efemerides.
Por mi no hace falta que me jubilen… mientras el cuerpo aguante, claro que primero tendria que tener trabajo, estoy en paro, y veo dificil que por metodos ordinarios consiga un trabajo.
Reflexion: los mayores de 50 años son un colectivo en fase de exclusion, lo dice la ley o los decretos,
peticion: oiga si aqui no me quieren para trabajar puedo ir con una Ong a sudamerica para enseñar mi oficio? si me contratan si,
no yo quiero ir cobrando la prestacion de mayores de 52 años,
a no… no puedo,
bien sigo mirando cada dia el internet por si hay suerte, el buzon de correo… ni puedo comer(428€ mensuales) ni me dejan buscarme la vida por otros mundos, vaya que no puedo hacer las americas.
y en 2025 no me preocupa lo mas minimo compañero, no creo que superviva tanto tiempo con este pecunio.
Ademas tendremos otro grave problema, sabes resulta que la mayoria de emigrantes que llevan aqui 10 años solo han cotizado unos tres si hago una proyeccion, dentro de 20 años con suerte habran cotizado 9 años… siempre podran escoger donde se mueren de hambre aqui o en su pais de origen.

002
enric doménech
29.04.2009 a las 14:29 Enlace Permanente

En el debate que sugieres abrir, y en el lugar que también propones, cuestiones ambas que comparto a pies juntillas, me parece que debemos incorporar alguna variable más en el estudio y proyección que se realice. Para ello, plantearé varios supuestos.

Si trasladamos la cuestión de las prestaciones, a un único pagador, incorporando su coste a los PGE; parece razonable que se unifique en su cuantificación, los “Topes Máximos a percibir”. Por ejemplo, si unificamos la pensión de viudedad, con la pensión de jubilación, u otras similares; teniendo en cuenta la progresiva entrada de la mujer al mercado de trabajo, y partiendo que la pensión máxima por jubilación, podemos entender que es ‘digna’; ¿Por qué estar pagando dos veces por una misma persona? ¿No sería más lógico que ambas se sumaran, con el límite máximo del establecido para las pensiones más altas?

El Estado debe ser garante del mantenimiento de una prestación ‘digna’, con la finalidad de que la persona viva el resto de su vida con sus necesidades cubiertas (vivienda, salud, alimentación, cultura, …). El nivel de servicios que desde las AA.PP. se están poniendo a su disposición son cada vez mayores: estancias en balnearios y centros de vacaciones, cobertura médica y sanitaria, asistencia domiciliaria, centros de día, residencias públicas, viajes culturales, etc…

El elemento “pensionistas en el extranjero”, si es cuantificable medianamente. Otros países de nuestro entorno sí están ya viviendo esta situación desde hace varias decenas de años; o no recordamos la multitud de pensionistas españoles de regímenes de Terceros países, como Francia, Alemania, Suiza, Bélgica, …

La estructura familiar también está cambiando, y cada vez más quienes se ocupan de las personas mayores, son profesionales del sector geriátrico-sanitario. ¿Cómo van a influir tanto esta demanda de servicios, como la generación de riqueza y empleo, para darles servicio?

¿Cuál va a ser el efecto sobre el consumo de servicios, por parte de una población que desde el cambio de milenio aproximadamente, está constituyendo planes de pensiones privados para su jubilación?

No se puede plantear sólo la dicotomía inputs-outputs. Existen elementos que generan economías y sinergias en su entorno, que incrementan la riqueza y los recursos disponibles de partida.

No se, será que también nosotros nos hacemos mayores, Jordi, ¿No crees?

Como decía mi muy querida abuela … “yo ya he llegado, los demás ….”. Pues eso, tan importante es llegar, como el cómo se llega. Y cómo se está y se vive.

Un abrazo, desde Xàbia.

enric doménech

003
tu anciana abuela
30.04.2009 a las 17:05 Enlace Permanente

aquello tan bonito que decían Zapatero y Caldera a coro: que los emigrantes vienen aquí para que nosotros podamos pagar las pensiones, se viene abajo -como no podía ser menos, pues era una simpleza- como un castillo de naipes.

Esto y muchas otras cosas por el estilo vienen a explicar lo que dices en tu siguiente post, que la gente anda a por uvas, y los políticos son cada vez mas populistas.

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