No es barra libre

Escrito a las 11:01 am

Tengo la impresión de que algo estamos haciendo mal. Concentrados en la búsqueda de soluciones a la crisis, corremos el risgo de que las cosas se nos vayan de las manos porque se nos olvide cuál era el origen del problema. Parece que se está instalando entre algunos gestores privados una idea peligrosa: dejemos que se ocupen los gobiernos de la gestión de la crisis y abandonemos toda responsabilidad social propia.

Quizá ello explique que los créditos a la economía real no se  hayan restablecido de manera proporcional al esfuerzo público que los gobiernos y los bancos centrales han hecho con el sistema financiero para que así sea. Millonarias inyecciones de dinero, descensos significativos de tipos de interés, avales y garantías estatales para préstamos y emisiones: nada parece suficiente para reactivar el mercado interbancario, bajar suficientemente el Euribor o trasladar liquidez a la economía real. No sé si nuestros banqueros y bancarios son conscientes de que cada día que pasa sin que transformen en crédito las ayudas recibidas se incrementan las demandas a favor de su nacionalización, o las sospechas de qeu sus balances no estaban tan saneados como decían. Porque hay empresas y puestos de trabajo en riesgo y porque con la crisis hemos roto algunas de las barreras convencionales de actuación en política eocnómica.

No soy partidario de entender lo que ha pasado en clave de comportamientos personales avariciosos, ni creo que todo se deba a errrores en la gestión de la política monetaria o en la supervisión bancaria. Sin necesidad de ser marxista, me inclino por pensar que es en la lógica del sistema económico que hemos contruido en las últimas décadas donde hay que buscar la causa de nuestras dificultades. En la lógica de un sistema capaz de desarrollar al máximo todo lo bueno de nuestro potencial económico, pero capaz también de permitir, cuando no estimular, comportamientos irracionales o fallos evidentes (ahora) de regulación financiera y que presenta una tendencia intrínseca a las crisis periódicas.

Verlo así tiene gran utiliad práctica más allá del apasionante, aunque enmarañado debate sobre quién tenía razón. Una utilidad no para buscar culpables, pero sí para establecer límites y solicitar responsabilidad social por las ayudas públicas cuantiosas que los gobiernos están poniendo a disposición  de unos más que otros. Como ven, no hablo de si estas ayudas públicas alteran o no la competencia. Hablo de una cuestión (casi) moral. Por ejemplo, ¿pueden los bancos y cajas no aceptar las ayudas ofrecidas, por una cuestión de imagen? O mejor todavía, después de recibirlas, ¿tienen derecho moral a quedárselas y no repercutirlas al as familias y empresas?

Ante el bloqueo de liquidez, los gobiernos han tenido qeu autorizar una especie de by-pass financiero heterodoxo, permitiendo que el Tesoro o nuestro ICO presten dinero directamente a empresas y familias. Además, esta misma semana hemos debatido en el Congreso de Diputados una moción presentada por Convergencia i Unió precisamente para instar al Gobierno a adoptar nuevas medidas que trasladen alos sectores productivos la liquidez necesaria para garantizar su actividad. Medidas que se centraban en una nueva vuelta de tuerca a los Presupuestos del Estado para exprimir de ellos lo que deberíamos exigir que facilite el sistema financiero pero que no hace. Al menos, todavía.

Está muy bien que no existe un corsé ideológico que impida actuar con contundencia desde los Presupuestos cuando todo lo demás falla y el paro crece de manera desmesurada. Pero de ahí al <>, hay pasos que no deberíamos dar por cuestiones económicas obvias, como que el déficit y la deuda de hoy son los impuestos del mañana, pero, sobre todo, por una cuestión de principios.

En los inicios del debate sobre los paquetes de ayuda a la banca, ya vimos protestas ciudadadanas ante el hecho de que los responsables de habernos llevado a la crisis siguieran cobrando sus cuantiosos bonos y viajando en aviones privados a costa, ahora, del dinero público de salvamente. La cuestión era: ¿debemos ayudar alos que se han hecho ricos con decisiones que han acabado provocando la crisis?

La segunda fase de la disusión fue: ¿qué garantías tenemos de que si ayudamos ala banca ella nos ayudará restableciendo el mercado de créditos? En mi opinión, fallamos en la respuesta a esta pregunta. Debimos imponer condiciones a estas ayudar en términos de compromisos concretos de trasladar una parte de esa liquidez al a economía productiva, con mecanismos de control por parte del Banco de España y de sanción en caso de incumplimiento.

La sociedad está haciendo un importante esfuerzo para pagar platos que no ha roto. Pero si aquellos que perciben la sayudas no se comportan ala altura de las exigencias, si no reconocen que no hay barra libre y que tienen responsabilidades sociales también ellos en favor de los ciudadanos que les tán ayudando a través dle Estado, las cosas pueden cambiar de base.

Estos días, gracias a la intervención judicial, nos estamos enterando de que una gran contructora española tenía inflados sus balances, junto a otros activos importantes fuera de ellos. Nada de esto impidió que las tasadoras y los bancos les dieran generosos créditos como si todo estuviera bien. Eso, que no tenemos por qué asumir que haya sido una práctica aislada, no es un fallo de regulación. Y cuestiona el comportamiento de algunos que, tal vez, han tenido más responsabilidad que otros en que las cosas hayan llegado al punto al que han llegado. Por tanto, cuidado. Que lso gestores de nuestro sistema financiero no echen en saco roto todo lo que ha pasado y está pasando. Que sean tan responsables y cuidadosos con el cumplimiento de sus obligaciones con la sociedad como se les va a exigir que lo sean a quienes van a perder su trabajo y su vivienda, por haber aceptado cosas que, con ojos de hoy, no loe ran. Y no lo son. 

 

 

2 comentarios

001
enric doménech
15.12.2008 a las 12:46 Enlace Permanente

Buenos días, Jordi,
Este pasado domingo, leía en el Levante-emv el también desparrame de construcciones paradas o abandonadas por parte de sus promotores, y que en muchos de los casos son o intentaban ser hogares de muchas parejas.
El precio de un sueño roto o truncado, no se evalúa en los juzgados. La desesperanza de no poder alcanzar algo que posiblemente ya hayamos pagado, es frustrante.
Ver cómo en la empresa donde trabajemos, baja y baja el volumen de trabajo, y el empresariado aparece con cara de sofoco, y sin que le llegue el ‘oxígeno’ a sus pulmones empresariales, es sencillamente, descorazonador.
Leer que unos mil españoles han perdido 2.330 millones de euros, en banca especulativa en el extranjero, simplemente, me plantea la duda de si estas personas tenían declarados estos dineros, y sus rendimientos contribuían al fisco. Lástima, lo que se dice lástima, no dan; seguro que pueden pagar la factura eléctrica de sus hogares (en plural, porque seguro que tienen más de uno).
De la angustia de los pequeños ahorradores, de las pesadillas de los parados, del pánico de muchos dignos empresarios al ver sus balances mermar; de los muchos ‘ERE’s (Expedientes de Regulación de Empleo, despidos en pocas palabras); de los comerciantes que ven que ya dejan de entrar clientes a sus tiendas y comercios, etc… todo esto sí me preocupa. Todo esto sí me afecta como ciudadano.
De los dividendos, salarios, comisiones, e incentivos que perciben los consejos de administración de las entidades financieras, e intermediarios financieros, también me causan gran preocupación. Pero por otras razones. Razones que seguramente Marx, Engels, u otros comprometidos fabricantes de ideas entenderían.
Esta gripe surgió de las cloacas financieras, transfiriendo su hedor a la calle, y al campo, donde la mayoría de ciudadanos paseábamos sin sospechar la podredumbre que se nos avecinaba. Mientras tanto, los bancarios/eros se esmeran en sanear o maquillar sus balances, a la lucha del activo, dilatando sus efectos o retornos allá por el año 2010, cuando esperan que la ‘normalidad’ vuelva a los mercados. (o cómo debemos interpretar el 6 % TAE, a 15 meses).
Si no piensan reinvertir en economía productiva, ¿para que quieren participar de la subasta de deuda del Estado?. Para este viaje, sobraban alforjas.
Si no se involucran en la financiación de infraestructuras, en la inversión industrial, en la esponsorización de proyectos noveles empresariales, ¿Para que coñ…. sirven?
Les recuerdo que la ‘usura’ esta prohibida. Y más bien parece una clase de usura, el financiarse del Estado, sin emplear esos dineros para el fin por el que fue comprometido.
Y también les recuerdo a los señores de los bancos, que los trabajadores, somos quienes depositamos en ellos, además de una confianza, nuestras nóminas, y activos. O habrá que dejar los dineros, en una caja en cas, ir a pagar los recibos del teléfono, el gas, y la luz, a las oficinas de los suministradores, y pagar en los comercios, con papel-moneda, en vez del plástico Visa-Master-Card-American Express.
Así que al loro, que es de oro. O contigo, o sin ti. Que también existe el consorcio de seguros, para pagar el seguro del coche o la casa. Que las casas de seguro, también son parte del negocio bancario.
Desde aquí llamo a una ofensiva ciudadana, si en durante estas Navidades, no se convierten en Papa Noël, los bancos, y empiezan a repartir alegría, e inyectan liquidez al sistema.

Saludos desde Xàbia/Javea

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magda
16.12.2008 a las 00:42 Enlace Permanente

Nunca creímos que nuestras breves vidas pasarían por este túnel cochambroso, ora te sale la bruja, ora te dan un escobazo, no sabemos que vendrá más que pueda retorcer nuestro pertrecho ingenio con trampas reales en vidas reales en economías reales.
La pesadilla está empezando, y parece que baila al son de los rumbosos banqueros, que con ellos no va el bolero, triste, agonizante del parado, de l a madre, del padre, del joven; nunca han pensado en las personas, sólo en sacarles los beneficios, pero ahora ya han cambiado de novia y está el Estado manteniendo a estos vampiros.
Cuando todo termine(espero que sea cuanto antes)nos llamaran con sus anuncios horteras y volveremos con ellos, a pesar de los malos tratos.Somos reincidentes y volvemos a quien nos presta y mientra no digas nada te da, ¡y a que precio!.
Hemos perdido la dignidad, lo siento así, que a estos señores se les inyecte dinero de muchos sudores, tiene guasa….y mientras los empresarios queriendo cerrar el grifo de los salarios, despedir si o si.
O como dijo Felipe Gonzalez, el Estado no crea puestos de trabajo, lo crean los empresarios. El prometió 800.000 y son sus palabra y no las mías «destruí 800.000», se puede ser más sincero pero no más cínico.
Alguien que lleva en su conciencia esa carga debería por lo menos mostrar un poquito de humildad y no restregarnos con esa dureza lo estúpidos que somos.
Buenas noches

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