Prejuicios malos para el bienestar. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 5:41 pm

A menudo, somos victimas de prejuicios que resultan dañinos para nuestro bienestar. También en política económica. Algunos proceden de los restos del naufragio de viejas ideologías y, otros, de la repetición obsesiva de cosas que, tal vez, fueron útiles en algún momento pero que ahora, en otro contexto, perjudican más que ayudan. Esta reflexión viene a cuento de lo que está ocurriendo en Europa  y de la brecha abierta con Estados Unidos respecto a la política económica a hacer en estas horas difíciles.
En contra de lo que pueda suponerse cuando los economistas bromeamos respecto la capacidad predictiva de nuestro saber, tampoco sobre el pasado nos ponemos de acuerdo. Así, la crisis de 1929 todavía no tiene una interpretación aceptada por toda la profesión. Sin embargo, hay algo en lo que la mayoría coincide: una de las razones que amplificó la depresión a todo el mundo y durante varios años, fue el empeño de algunos países en seguir aferrados al patrón oro por razones que tenían que ver con la historia, con la incomprensión sobre lo que estaba pasando o con prejuicios respecto al funcionamiento de las cosas. La idea equivocada de mantener la paridad fija de las monedas en medio del temporal, condujo a políticas económicas restrictivas que agudizaron la depresión. Al menos, hasta que en 1931 Inglaterra lo abandonó, bajo el consejo de Keynes y con no pocas dudas,  iniciando la larga marcha de salida del mismo por el resto de países. Las ideas, a veces, se transforman en actos. Y las malas ideas, en actos dañinos.
         Existen hoy tres prejuicios en Europa, no basados en postulados aceptados por todos, que, en las condiciones actuales, pueden perjudicarnos más que otra cosa: la obsesión por limitar el déficit público, la pasividad ante los mercados financieros y los recortes en la acción pública.
         Mantener, contra viento y marea, el compromiso de alcanzar un déficit público del 3% del PIB no más tarde de 2013, obliga a aplicar políticas de recortes en el gasto público y de subidas de impuesto, poco acordes con las necesidades de una economía con recuperación frágil como la europea. Lo dice el Fondo Monetario y no la Internacional Socialista. Y ¿por qué hay que hacerlo? No digo limitar el crecimiento del déficit o establecer una tendencia a la baja en los próximos años, que es correcto, si no ¿por qué el 3%, por qué en 2013 y por qué todos a la vez  sin diferenciar entre déficit estructural y coyuntural? No hay una respuesta científica para justificar ninguna de las tres cuestiones y cumplirlo, sacrificará bienestar y empleo de manera innecesaria, por culpa de un prejuicio. ¿Cómo puede hacerse la misma política presupuestaria en Alemania, con la recuperación ya iniciada, que en España, todavía con crecimiento negativo? ¿De verdad quebrarían los mercados financieros si decidimos alcanzar esa cifra mágica de Maastricht, dos o tres años más tarde, con planes fiables para conseguirlo basados en fomentar el empleo mas que en cinturones apretados?
En Estados Unidos, que actúa como la gran potencia que son, los mayores volúmenes de déficits públicos se consiguieron con Presidentes muy conservadores: Reagan y Bush Jr, mientras el objetivo del crecimiento económico articula el conjunto de sus políticas económicas, incluyendo la monetaria en manos de la Reserva Federal. Europa, por su parte, lo hace como un conjunto timorato de países, dominados por los fantasmas históricos alemanes y sin acabar de creerse la fuerza de su Unión, ni adaptarse a las exigencias de la misma. Y estos prejuicios determinan sus políticas y explican su peor desempeño económico.
La manera que tiene Europa de reaccionar ante los mercados financieros internacionales, basada en prejuicios, también está resultando perjudicial. Mientras Estados Unidos muestra la superioridad de la política democrática abriendo investigaciones parlamentarias y judiciales sobre la responsabilidad de los gestores de entidades financieras privadas en la crisis, Europa está obsesionada por censurar a sus gestores públicos. El Presidente Obama ya ha presentado su reforma de los mercados financieros, mientras aquí, vamos aplazando las propuestas, permitiendo que Alemania actúe de manera unilateral en asuntos importantes.
 Nos cuesta asumir que, en esta crisis, los llamados mercados financieros internacionales, que nada tienen que ver con mercados ni con sistemas financieros regulados, han sido responsables directos, por lo que tenemos la obligación moral y práctica de reformarlos en lugar de aceptar como inevitable el estar en sus manos. ¿Cómo es posible que las agencias de rating no se hayan visto afectadas después de lo que hicieron con Lehman? ¿Por qué a los inventores de esos productos derivados altamente especulativos, opacos y, a veces, engañosos, les concedemos el poder de decidir nuestra política presupuestaria? ¿Por qué mantenemos los paraísos fiscales?
 No estoy proponiendo un programa de actuaciones más radical que el aplicado por el Gobierno de Estados Unidos. Pero el bloqueo europeo ante la especulación perjudicial, nos sitúa por detrás, no ya de aquella refundación del capitalismo a que llamó Sarkozy al comienzo de todo esto, sino incluso de medidas razonables como las propuestas por el FMI. Nuestros prejuicios ante los mercados financieros, está mermando de manera significativa nuestro bienestar e, incluso, la soberanía política europea percibida. En economía, no todo vale y es bueno que también los mercados financieros, que nos han conducido a esta crisis, lo sepan.
El tercer prejuicio desacredita lo público, de manera sistemática, en base a una supuesta superioridad de lo privado, cuando sin el activismo del Estado, nuestra democracia sería de peor calidad, nuestra sociedad más injusta y, nuestro sistema financiero hubiera quebrado en esta crisis y con él, todos nosotros. Por tanto, recuperemos el viejo principio socialdemócrata: tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario.
La política económica europea, para mantener el bienestar colectivo, tiene que cambiar los recortes y bloqueos hechos desde los prejuicios, por las reformas que modifiquen aspectos importantes del sistema. No hacerlo, abrirá el abanico de desigualdades sociales y territoriales hasta extremos incompatibles con cualquier proyecto solidario común. De eso estamos hablando.

4 comentarios

001
JJ
14.06.2010 a las 18:46 Enlace Permanente

Estoy muy de acuerdo con este análisis, sin embargo, echo de menos que no se hable de la raíz del problema que para mí no es otro que la globalización económica frente a la no globalización socialdemócrata. Por eso hay que decir alto y claro: Si queremos retomar el control de la cosa pública, hay que globalizar la socialdemocracia, por lo menos a nivel europeo. Por lo tanto se hace necesaria la cesión de soberanía inmediata de los Partidos Socialdemócratas europeos al Partido Socialista Europeo (PES).

002
enric doménech
14.06.2010 a las 19:05 Enlace Permanente

¿Cómo no … somos capaces de castigar a aquellas empresas que se sirvan de los entresijos y bambalinas de los ‘paraisos fiscales’?. Y si quien o quienes utilizan estas herramientas, son las propias Administraciones, y/o las Empresas y/o Fundaciones y/o entes pivotes, creadas por ellas; doble palo al mono, y a la cárcel con ell@s.
¿A alguien le suenan los juegos a tres bandas con las Bahamas y otros ‘pf’, ocurridos en el affaire IVEX? ¿Y de las minutas cobradas por Don Julio Iglesias, en algún acto de campaña y/o político de la Administración Pública Valenciana? ¿Alguna Administración Local, Autonómica y/o Estatal se ha servido de estas herramientas financieras para pongamos por caso, cerrar algún contrato sustancioso con alguna Administración? ¿AVE, Siemens, Telefónica, F-1, Copa del América, …? ¿Además del ‘pesebrismo’ cuanto dinero se ha ido perdiendo por el camino de los ‘grandes contratos’, y/o ’grandes eventos’, etc…?
Aunque legalmente no sea ilícito, al menos políticamente si es reprobable. Y si se evita tributar y ayudar solidariamente al sostenimiento del sistema tributario, fiscal y social, entonces tal vez, digo, tal vez, nos hayamos equivocado al no actuar sobre ellos.
Ahora que tod@s seguimos a la ‘roja’, ¿por qué permitimos que ningún deportista utilice nuestros colores, si fiscalmente no participa como uno más en el torneo de la vida?
¡El movimiento se demuestra andando!
Y si hablamos de ‘falsos patriotas’ nada mejor que mirar para dónde tienen las grandes fortunas colocados sus depósitos e inversiones, (sicav, Andorra, Liechtenstein, y si me apuran, hasta Ciudad del Vaticano, o Gibraltar), eso sí, sin salir de Europa, pero sin entrar en ella.
Europa es y debe ser. Actuar y no solo contemplar. Ejercer liderato y no practicar el seguidismo. Ser consecuente con su pasado histórico, y ser más madura a la hora de practicar la vertebración entre sus ciudadan@s.
Todavía existen muchas diferencias entre sus territorios, y al igual que somos diferentes con el otro para practicar la igualdad; el cambio adaptando a la idiosincrasia de cada zona es bueno, y puede ser un buen apelmazante de todos sus componentes.
En toda decisión conjunta, debe existir un margen de juego, un margen entre las piezas o un lubricante entre quienes componemos cada parte de este todo, para que no chirríe el vehículo, para que una rueda no se frene y lastre y desequilibre con su defecto de tracción, al conjunto de la Unión.
Europa debe dotarse de su particular EPS o control de dirección, a la vez que disponer de un ABS que no frene de golpe bloqueando las ruedas, sino que permita progresiones en sus movimientos en ambas direcciones, y hacia ambos lados del mercado (creciente y decreciente, potenciando el consumo, y reduciéndolo cuneado proceda). Además contamos con los mejores ingenieros y los mejores pilotos. Solo debemos ¡darle un margen de confianza y apoyo!.
Si cuando el vehículo pierde el control, atacamos al conductor, al mecánico, y al instructor, o al guía o copiloto, flaco favor nos hacemos.
Pero no olvidemos perseguir y sancionar a quienes deliberadamente encharcan con aceite y lubricante la calzada, o cambian a sabiendas el peralte de la curva, y juegan con nuestro futuro y nuestras vidas (no olvidamos a quienes se enriquecieron eliminando parte del asfalto de la carretera, y lo cambiaron por mayores beneficios, coches de lujo, o cuentas numeradas donde ya sabemos ‘pf’).
Lo dicho. El movimiento se demuestra andando.

Un abrazo desde Xàbia,

enric doménech

003
tu anciana abuela
19.06.2010 a las 00:02 Enlace Permanente

Durante generaciones cada padre y madre de familia -rico o pobre- se las ha arreglado para pagar las deudas, procurar el bien de todos los miembros, ocuparse del cuidado de sus ancianos y la formacion de sus jóvenes. Además, pasar a mejor vida sin dejar entrampados a los que quedan.

Si los políticos no son capaces de hacer con el pueblo lo que (como dice el Codigo) el buen padre de famila es capaz, es porque sus intereses están en otra parte: SER REELEGIDOS.

Con el dinero del contribuyente hacen fiestas, dan subvenciones, compran voluntades y dan un carguito a los de su camarilla.

Ya que nadie controla en que se gastan NUESTRO dinero, que por lo menos se les ponga un límite.

Desde mi punto de vista un 3% de déficit es demasiado…

Los políticos se han acostumbrado a manejar el ambiente como yo la paella: ¿te quedas a comer? Vale, echo un puñado de arroz mas y ya está…..

…solo que en ellos es «te hago un aeropuerto, y santaspascuas»

Por Dios, que se bajen del pedestal (y del Jet), y vean como vivimos el común de los mortales.

004
Javier Majan
20.06.2010 a las 18:29 Enlace Permanente

Hay una parte que está omitida,para mí, en este análisis: la responsabilidad colectiva en lo sucedido.

Centrandonos en España: ¿Los bancos han actuado obscenamente en todo lo relativo a la burbuja inmobiliaria? Sí. ¿Politicos de uno y otro signo, miraron a otro lado por el mero hecho de que se generaba crecimiento, sin pensar seriamente en la calidad o estabilidad de ese crecimiento? También.

Pero el hecho es que aquí,quien más y quien menos, entró en esa locura, metiendo en hipotecas sin pies ni cabeza, endeudandose mas allá de lo razonable en una casa mas grande, o en uncoche mejor, o en una vacaciones mejores. No. Esto ha sido culpa de todos. Unos fueron mas listos que los demás, sí; pero todos nos creímos mas listos que los demás.

Todos conocemos a un amigo, un primo o nosotros mismos que compro una casa y al poco la vendió mas cara, o se rehipotecó porque a corto plazo los números le salían mejor.

Todos recordamos a Caixa Catalunya o al BBVA firmando hipotecas sin pieS uní cabeza con tasaciones que sabían de sobra que eran de risa, pero a pesar de todo aceptaban; el de la inmobiliaria contento; el banco contento, y el hipotecado, contento, porque podía eandeudarse un poco mas y tener una casa un poco mas grande.

Acepto que los principales culpables son los que son. Pero en ésto todos tenemos nuestra parte de culpa. Y para que esto no vuelva a pasar no solo hace falta que se cambie el sistema financiero. Porque la gente, usted y yo, también somos copartícipes de lo que pasó.

Saludos,

Javier
(@Treintanyero)

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